Los miembros del Centro Cultural Rompecandados que funciona en Chillogallo recibió una notificación de parte de la administración zonal de Quitumbe en el que se les informó que tenían 72 horas para desalojar el espacio en el que han trabajado desde hace 10 años. Foto: Facebook/ Centro Cultural Rompecandados.
El Centro Cultural Rompecandados funciona, desde hace 10 años, detrás del Centro de Salud de Chillogallo. En sus instalaciones, una pequeña estructura compuesta por tres aulas de paredes desgastadas, pisos corroídos y techos llenos de grietas, se realizan talleres de serigrafía, pintura, dibujo, guitarra, batería y artes marciales en el que participan niños y jóvenes del sector.
Según los miembros del Centro Cultural, el jueves 7 de marzo del 2019 llegó personal de la administración zonal de Quitumbe y un puñado de policías municipales con un documento en el que se les comunicó que tenían 72 horas para desalojar el espacio. Salvador Vallejos, uno de los talleristas, cuenta que en ese momento el taller de artes plásticas, que estaba siendo impartido por dos de sus compañeras, tuvo que ser interrumpido de manera abrupta para atender a los funcionarios.
La historia de este centro cultural se remonta 18 años atrás, cuando un grupo de jóvenes, la mayoría estudiantes de artes de la Universidad Central del Ecuador, vio la necesidad de fomentar la actividad artística para contrarrestar el incremento de la violencia y de las pandillas en el sector. Los primeros talleres fueron de zancos y tuvieron una gran acogida entre los más jóvenes.
Hace diez años, luego de peregrinar por varios espacios del barrio, lograron que el lugar donde trabajan actualmente fuera entregado en comodato hasta el 2012. Desde entonces -sostiene Vallejos- se han acercado en varias oportunidades hasta la administración zonal de Quitumbe para concretar una renovación sin haber tenido, hasta el momento, una respuesta favorable.
El plazo para el desalojado vence hoy (12 de marzo del 2019). Por eso desde la mañana los talleristas decidieron realizar una vigilia a la que se han sumando varios vecinos del sector. Mientras un grupo se ha mantenido en el interior de las aulas otro grupo gestiona en el Municipio una prórroga para el desalojo y una nueva revisión de los documentos para que se renueve el comodato. Si no se logra la renovación, los 30 niños y jóvenes que actualmente son parte de los talleres perderían el único espacio vinculado al arte y la cultura al que podían acceder en el sector.