En un escenario de crisis económica como la que vive el país y que se agravó con la pandemia, el crédito educativo es quizá la única oportunidad que tienen los jóvenes para iniciar, continuar o culminar una carrera profesional. Sin embargo la colocación de este producto financiero viene cayendo desde el 2018.
Una encuesta mundial sobre los jóvenes y la pandemia del covid-19 realizada en agosto pasado en 112 países del mundo evidenció que la pandemia dejó a uno de cada ocho jóvenes (el 13 por ciento) sin acceso a los cursos, a la enseñanza o a la formación. Pese a que los centros educativos hicieron los esfuerzos para dar continuidad a las actividades, no todos los estudiantes pudieron pasar de lo presencial a lo virtual. La falta de recursos fue uno de los factores.
De hecho, según la OIT, esta situación fue particularmente crítica entre los jóvenes que viven en países de ingresos más bajos y, según la OIT, pone de relieve las enormes brechas digitales que existen entre las regiones.
En la encuesta, el 51% de jóvenes dijo que creía que su educación se retrasaría, y el 9% temía que su educación se vería menoscabada e incluso fracasaría.
La promoción del crédito educativo es un instrumento clave en este escenario.
A julio de este año, la cartera de este producto financiero sumó USD 370 millones, apenas el 1,2% del total de la cartera de crédito de la banca privada. Además, la cifra representa una caída del 13,3% respecto del monto del 2018, año desde el cual este tipo de crédito viene cayendo consecutivamente.
En parte, la caída puede atribuirse al deterioro de la condición de los hogares y el aumento del desempleo, que hacen que no sean sujetos de crédito. En algunos casos, los hogares han tenido que financiar los estudios de sus hijos con tarjeta de crédito, una opción costosa, pero donde no hay barreras de acceso. Entre enero y junio de este año, según datos de la ‘Súper’ de Bancos, los gastos en educación pagados con tarjeta por los hogares sumaron USD 269 millones, más que en igual período del 2020 cuando fueron USD 156 millones e incluso del 2019 (prepandemia) cuando llegaron a USD 240 millones. Pero el crédito con tarjeta tiene una tasa máxima del 17,3%, plazos cortos y cero meses de gracia.
En el caso de los préstamos educativos el tope de la tasa es del 9,5%. Las condiciones dependen del banco y del perfil del cliente; por ejemplo, en cuanto a plazos van desde los cinco años en adelante y lo más importante: el pago comienza al término de la carrera, lo cual da bastante alivio económico a las familias.
Es importante que las autoridades tomen en cuenta esta parte de la realidad financiera de las familias ahora que se habla de una revisión a las tasas de interés. La iniciativa puede ir acompañada de políticas adicionales y que han probado tener éxito como es la tasa de interés para vivienda de interés social, donde gracias al apoyo de multilaterales que aportaron con recursos se puede subsidiar una tasa asequible para familias de bajo ingreso y bajar su costo del 11,3 al 4,99%. Bien puede replicarse esta experiencia para el crédito educativo.