Tanto en las funciones públicas como privadas y en todos los niveles de trabajo, la responsabilidad es la que engrandece o pauperiza las instituciones, repercutiendo en toda la sociedad. Ejemplos, como la toma de excedentes por parte del gobierno en el IESS, deja sin fondos de operación necesarios en hospitales, y otras actividades; la falta de presupuesto ayuda a la desorganización, como hemos visto en los escándalos en la venta de sus medicinas y negligencia en la caducidad de las mismas.
Las ventas directas de petróleo por parte del Estado, deja sin fondos de operación a las empresas públicas petroleras, obligando a que no se atienda el normal mantenimiento para conservar la actual producción y tratar de obtener una mayor, esta práctica en Venezuela ha obligado a ese país, siendo uno de los mayores productores de petróleo, hoy, se vea obligado a comprar gasolina a Irán.
Endeudar las futuras generaciones para cubrir gastos corrientes, entregando la poca producción que nos queda con un valor castigado en dos dólares por barril y con intereses usureros a China, nos da una idea de la falta de medidas para afrontar esta inoportuna realidad. La responsabilidad es la capacidad de todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de actos realizados libremente. Por lo tanto, es importante señalar que a toda responsabilidad le acompaña un compromiso, la obligación, el deber de cumplir con un cometido en forma sensata y juiciosa.