La primera finca del recorrido turístico cuenta con senderos señalizados y una variedad de plantas ornamentales y frutales. Fotos: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Entre una espesa vegetación está el recinto El Tigre, en el interior de la parroquia Tachina; es una zona rural del cantón Esmeraldas.
Los árboles de guayacán, balsa, melina y pechiche completan el paisaje en esta carretera de tercer orden.
Este entorno es parte de un circuito turístico de una zona agrícola y tropical, caracterizada por la presencia del manglar, las plantaciones de frutas, antiguos trapiches y la gastronomía típica de la provincia de Esmeraldas.
Luis Preciado, uno de los guías turísticos, explica que se trata de una ruta de seis kilómetros que tiene esteros y al menos tres fincas que se dedican ahora al agroturismo.
En los primeros tramos del recorrido está una de las fincas que realiza el procesamiento de la panela. Allí se observan seis trapiches antiguos, que conservan los molinos de madera para extraer el jugo de la caña de azúcar.
Los turistas reciben una explicación sobre la construcción de los trapiches y una demostración de la extracción del juego de la caña y la obtención de la panela.
Los campesinos cultivan unas 10 especies de plantas medicinales, como la ruda y el llantén, que son usadas para aliviar todo tipo de dolencias.
Los guías locales, propietarios de las fincas o trabajadores, muestran lo que se produce en la zona. También hay espacios para el relax.
Ellos también preparan platos tradicionales, como los mariscos a base de coco, el caldo de gallina o el tradicional plátano asado.
En ese territorio se produce maíz, por lo que es usual la preparación de la tortilla de choclo con queso o los tamales de concha y pescado de río (sabaleta) o mar (atún).
Las familias son productoras agrícolas por excelencia. Por eso, como parte del recorrido, los visitantes conocen los cultivos de haba costeña, zapallo, cacao, limón y maracuyá.
Durante el trayecto se escucha el agua que baja por los esteros que atraviesan la zona y se observa a los colibríes. La caminata toma dos horas, desde el ingreso hasta la zona donde están las fincas.
Una de las fincas es la de Walter Cortés. Ahí, los visitantes encuentran una variedad de plantas ornamentales y palmeras, rodeadas de dos grandes lomas de más de 50 metros de altura para el senderismo.
La visita por ese lugar implica una caminata de dos kilómetros por tres senderos. Uno de ellos lleva hacia las plantaciones de cacao, que se cultiva de forma ancestral.
Durante la visita, el guía turístico corta una mazorca de cacao y ofrece sus frutos frescos y blancos -como una guaba- a los turistas. Así lo hace también con otras frutas como el aguacate, banano y papayas, que están maduros.
Cortés explica que los senderos fueron diseñados para que se pueda conocer la naturaleza en su máximo esplendor. En su propiedad cuenta con un área de reserva de bosque húmedo tropical de seis hectáreas, que alberga especies como caoba, sándalo y laurel, que son parte de los atractivos de la ruta.
Para llegar hasta ese sitio, los guías ancestrales se aseguran de que los viajeros lleven las prendas y el calzado adecuados, repelente y gorras para protegerse del sol.
Ellos se encargan de dar las instrucciones para que los visitantes disfruten completamente de la aventura por los senderos y esteros de bajo caudal, que están en la ruta.
A 40 minutos de la segunda finca se encuentra una cascada con una caída de aproximadamente 10 metros. En este último tramo también se observa todo tipo de especies, que son propias de los bosques húmedos, y los criaderos de camarón de río y peces.
Margarita Loor, presidenta del Gobierno Autónomo Descentralizado de la parroquia Tachina, señala que la ruta es una de las alternativas para los turistas que llegan a Esmeraldas en busca de una experiencia diferente a la playa.
Por ello, recomiendan a los visitantes un paseo por el estuario del río Esmeraldas y luego visitar El Tigre, para encontrarse con la naturaleza.