Para la mayoría de personas cruzar una calle y caminar sobre las aceras de Quito es parte del diario vivir. Pero para Gerardo Díaz es casi una misión imposible. Cuando tenía 23 años, perdió la vista y el brazo izquierdo producto de una explosión por pirotecnia artesanal. Desde ese entonces tuvo que aprender a vivir entre sombras.
Para movilizarse por la ciudad, utiliza un bastón como guía que le permite orientarse, pero afirma que no ha sido fácil. Por varias ocasiones ha sufrido accidentes como caer en una alcantarilla, porque esta no tenía rejillas o sobre alguna acera en mal estado.
Su principal temor es cruzar las calles porque no todos los semáforos tienen alarmas auditivas para que las personas no videntes sepan cuándo cruzar.
Según el Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis), en Quito existen 28 316 personas con discapacidad física y 8 072 son no videntes. Díaz menciona que contar con infraestructuras amigables no es solo una necesidad de las personas con discapacidad, sino de todos.
Para Pamela Salazar, directora de Comunicación de la Federación Nacional de Ecuatorianos con Discapacidad (Fenedif), en Quito no existen espacios que cumplan con la normativa que exige la Ley Orgánica de Discapacidades.
Las rampas tienen falencias
Explica que las rampas tienen accesos con gradas, lo que dificulta que las personas en sillas de ruedas se movilicen.
Otro problema que se ha identificado es la inclinación con la que han sido construidas las rampas. “Uno puede bajar con la silla de ruedas con el riesgo de caer, pero también es imposible subir y eso impide que las personas con discapacidad tengan una autonomía para movilizarse”, mencionó.
Para la funcionaria, Quito no es una ciudad inclusiva y cree que falta mucho trabajo por hacer por parte de las autoridades. “La falta de accesibilidad es un tema de estructura, es decir, que se han creado espacios sin un estudio técnico”. Por ejemplo, existen espacios donde se han colocado rampas en lugares que están destinados para el estacionamiento de vehículos.
Son escasos los sitios turísticos o restaurantes que cuentan con un sistema braille. Esto dificulta a las personas no videntes informarse sobre los productos o servicios. A esta problemática se suma que el sistema de transporte convencional tampoco cuenta con rampas.
Con esta opinión concuerda Marcos Rivas, de 60 años, quien todos los días se traslada desde Quitumbe, sur de Quito, hasta el sector de la Granados para vender fundas en el semáforo.
Su medio de transporte es la Ecovía y ha identificado que los espacios destinados para las sillas de ruedas son ocupados por los pasajeros de pie. Rivas cuestiona la labor de las autoridades para que se respeten los derechos de las personas con discapacidad.
“Hemos tenido dos presidentes que tienen una discapacidad y ninguno tuvo la visión de adecuar a la ciudad para que sea inclusiva o que haga respetar las leyes que ‘supuestamente’ amparan al discapacitado”.
En su caso, en el 2020 sufrió un accidente de tránsito. Fue arrollado por un vehículo y el conductor se dio a la fuga. Luego, una bacteria afectó su pierna derecha y tuvieron que amputarla. Han sido dos años de aprendizaje y de acostumbrarse a su nuevo estilo de vida.
La facilidad que antes tenía para trasladarse de un lugar a otro ahora ya no la tiene, no solo por la falta de infraestructura en la capital, también porque no existe empatía y cultura en la ciudadanía.
“Yo siempre llevo una franela para limpiar las llantas, en el camino me he topado con todo tipo de basura, pero lo peor es cuando la gente escupe en las calles, eso nos afecta”, explica Rivas.
Sensibilización y estrategias
Pablo Ruiz, coordinador del Observatorio de Discapacidades, Salud Pública, Trabajo y Derechos Humanos, puntualizó que Quito cuenta con tres ordenanzas aprobadas para mejorar el trato de la ciudad hacia las personas con discapacidad, pero los casos aquí plasmados reflejan que las normas locales no son aplicadas para el beneficio de este grupo social.
Sin embargo, dijo que se está trabajando en varios proyectos con el Municipio de Quito para crear estrategias inclusivas.
Por ejemplo, la implementación de estacionamientos de uso exclusivo para personas con discapacidad cerca de los hospitales. Otra de las ideas que se entregó al Cabildo es adoptar a los perros de la calle para entrenarles y que sean apoyo o guía para las personas con discapacidad.
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