El Ministerio de Salud Pública se prepara para el diagnóstico del zica en el laboratorio. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Entre pipetas y tubos de ensayo se prepara la mezcla base para detectar el zika. Aún no hay registros de este virus en el país, pero en el Centro Nacional de Referencia de Virus, del Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública (Inspi), ajustan el método de laboratorio para la confirmación de posibles casos.
Mary Regato, responsable del área, explica que han adquirido insumos y reactivos para el diagnóstico molecular (RTp-PCR), un análisis que, de preferencia, se hace entre el primer y quinto día de inicio de los síntomas.
Las muestras son enviadas por epidemiólogos, quienes son los primeros en detectar casos sospechosos. Hasta ahora, el Centro de Virus del Inspi ha recibido varias alertas, todas negativas. Una de las más recientes llegó de Esmeraldas, pero se confirmó que era chikungunya.
Fiebre mayor a 37°C, dolor articular y muscular, sarpullido y una particular conjuntivitis no bacteriana -inflamación y enrojecimiento ocular-. Por su similitud, estos síntomas del zika pueden ser confundidos con los de otros arbovirus, como dengue y chikungunya.
Todos son trasmitidos por el mosquito Aedes aegypti, por lo que el riesgo de diseminación es alto. En este año, hasta mediados de diciembre, el Ministerio de Salud reportó 75 951 casos en Ecuador (33 598 de dengue y 42 353 de chikungunya). En este año, con la introducción del chikungunya, el Inspi realizó unas 5 400 pruebas por sospechas (entre serológicas y de PCR).
Por eso Regato resalta la importancia de contar con técnicas confirmatorias de laboratorio, mucho más ante la cercanía del invierno en la Costa y el anuncio del fenómeno El Niño.
“Al inicio, por ser un virus nuevo, estimamos que llegarán algunos cientos de casos sospechosos, como ocurrió con la chikungunya. Pero esperamos que en este tiempo se haya dado el control del vector. Controlando el vector, controlamos el virus”, expone.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) colabora con el Inspi en la calibración de la prueba de diagnóstico de zika. Es una medida ante la propagación del virus en 10 países de la región, como se reportó hasta el 19 de diciembre pasado.
La OPS recomienda a los estados miembros reforzar la vigilancia epidemiológica. “Deberán estar atentos a la aparición de conglomerados de enfermedad febril exantemática de causa desconocida (descartando dengue, chikungunya, sarampión, rubeola, parvovirus B19), y realizar pruebas de laboratorio para la detección de virus zika”.
El Inspi ya maneja un protocolo para las pruebas de PCR en tiempo real. Una vez que reciben las muestras -con una ficha del paciente que incluye fecha de inicio de síntomas y fecha de toma de muestra-, cuatro técnicos serán los encargados de procesarlas, centrifugarlas y extraer el ARN viral, un proceso que puede durar unas dos horas y media.
Ese ARN se mezcla con los reactivos, iniciadores, enzimas, y entra a procesamiento en un termociclador (una máquina de PCR o reacción en cadena de la polimerasa). Este equipo multiplica el genoma del virus y a través de un software se visualiza el resultado.
“Si es positivo, se observará una curva de amplificación. Si es negativo, no hay curva”, explica el técnico Ilich Murillo mientras enseña un examen de ensayo. Todos los resultados que obtengan serán manejados por el Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Publica.
El zika se detectó por primera vez en las Américas en febrero del 2014, en la Isla de Pascua (Chile). En mayo de 2015 se detectó en Brasil, donde se analiza su vínculo con el aumento de casos de microcefalia en recién nacidos de madres afectadas por el virus durante el primer trimestre de embarazo.
Colombia, otro de los países con transmisión autóctona, no ha reportado complicaciones neurológicas. Pero los casos van en aumento. Solo hasta noviembre, ese país registró más de 750 personas afectadas, con mayor incidencia en el municipio de Bolívar.