Ciencia La OMS advierte la relación del virus con ciertos casos de anomalías congénitas, síndrome de Guillain-Barré y otros. Foto: Wikicommons.
Brasil encendió las alertas. En octubre, el Centro Nacional de Enlace detectó un incremento inusual de recién nacidos con microcefalia (cráneos reducidos), en el estado de Pernambuco, al noroeste del país.
Hasta el 30 de noviembre pasado fueron 1 248 casos, 20 veces más que los reportes registrados en el 2010 (5,7 casos, en promedio, por cada 100 000 nacidos vivos). Así lo informó la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su último boletín de alerta epidemiológica.
El virus zika, registrado por primera vez en Sudamérica en febrero de 2014, en la Isla de Pascua (Chile), sería una probable causa. El 17 de noviembre el laboratorio brasileño de Flavivirus del Instituto Osvaldo Cruz halló rastros de zika en el fluido amniótico de dos embarazadas. Sus fetos tenían microcefalia, como detectaron varias pruebas de ultrasonido.
¿Cuál sería el vínculo? Aún no está del todo claro.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), de Estados Unidos, son parte de las investigaciones científicas. Y la OMS lanza alertas continuas a los nueve países que, hasta ahora, tienen infecciones por zika, entre ellos el vecino Colombia.
Mercedes Ortiz, jefa de Control de Infecciones de la maternidad Enrique C. Sotomayor, explica que el zika es un arbovirus, del género flavivirus, muy parecido al dengue, la fiebre amarilla, la encefalitis japonesa o el virus del Nilo Occidental. Su agente trasmisor es uno en común: el mosquito Aedes (aegypti o albopictus).
Durante el embarazo, el riesgo con los flavirus es la trasmisión trasplacentaria. “Si esa trasmisión ocurre en el primer trimestre de la gestación, que es el momento cuando se da la órgano génesis en el bebé, hay la probabilidad de que pudiera haber algún trastorno neurológico”, afirma la especialista.
En la microcefalia, la cabeza del niño suele ser más pequeña de lo normal. El diagnóstico que se da a través de tablas creadas por la OMS, según la raza, sexo y edad gestacional del neonato. Ortiz indica que el perímetro craneal normal de un bebé a término está entre 36 y 37 centímetros. Si es menor, se debe hacer un análisis.
“Esto es algo serio -dice-, y la OMS lo está advirtiendo. Estamos hablando de que un neonato con microcefalia tiene una probabilidad más allá del 90% de desarrollar retardo mental”.
Ante la cercanía del fenómeno El Niño en la región, la especialista explica que desde el hospital Sotomayor solicitaron una reunión con las autoridades del Ministerio de Salud Pública para conocer los protocolos de acción y saber si existen en el país los reactivos para las pruebas de diagnóstico por biología molecular (PCR-RNA virus zika).
Pero Brasil no es el único con estos casos. La Polinesia Francesa informó un incremento inusual de anomalías del sistema nervioso central en fetos y recién nacidos (17 en total), que coincide con el brote de zika en las islas. Esto fuera de 8 750 casos sospechosos y 74 pacientes, entre niños y adultos, con síndromes neurológicos o síndrome autoinmune.
Aunque en principio se mencionó que el zika era más inofensivo que el dengue y la fiebre chikungunya, el infectólogo Washington Alemán cree que Brasil ha mostrado el otro rostro de la enfermedad. “Si bien su mortalidad es baja, se ha comprobado que sí puede producir problemas crónicos”.
El zika fue aislado por primera vez en 1947 en los bosques de Zika, en Uganda (África), en un mono rhesus. En 1968 fue aislado en humanos, en Nigeria.
Pero es en 2007 cuando se presenta el primer brote importante en la Isla de Yap (Micronesia). Aquí fueron notificados 185 casos sospechosos, como cita la OMS.
Al ser un virus reciente, y que se está manifestando con afectaciones autoinmunes severa, que también pueden afectar a los adultos, Alemán piensa que se deben redoblar los esfuerzos internacionales de investigación.
“La característica de las enfermedades autoinmunes es que causan una autodestrucción, que puede afectar cualquier órgano. Al parecer, el zika podría estimular el sistema inmunológico para hacerlo”.
La infectóloga Carmen Soria, del hospital Luis Vernaza, explica que, a más de los síntomas clásicos (fiebre leve, sarpullidos, conjuntivitis, dolores de cabeza y articulaciones, presentes entre dos y siete días), existen reportes de complicaciones neurológicas y autoinmunes, aunque son poco frecuentes. Es el caso del síndrome Guillain Barré.
Su colega César Narváez, jefe del Servicio de Infectología del Vernaza, dice que en estos casos el virus migra por la sangre y afecta al sistema inmunológico, generando un auto-ataque al sistema nervioso central.
“Puede haber un deterioro de las defensas que, a su vez, acelera el deterioro sensorio. Así surge el Guillain Barré, una inflamación de los nervios que ocasiona debilidad muscular y cierto grado de parálisis en piernas o brazos”. Estos pacientes -a más del tratamiento convencional que consiste en aliviar el dolor y la fiebre-, requerirán fisioterapia.
Todos los especialistas coinciden en la necesidad de seguir los lineamientos de la OMS, entre ellos reforzar los servicios de salud especializados en la atención de síndromes neurológicos, fortalecer la consulta y el control prenatal, y la vigilancia vectorial.