Empezar un viaje despierta una revolución de sensaciones. Entre volver a la alegría de la niñez para ser un explorador de aventuras; imaginarse a sí mismo redescubriendo paisajes; hasta idealizar lejana a la cotidianidad de las jornadas.
Este viaje desde Quito hasta Imbabura plantea nuevas experiencias, a los casi 27 meses del inicio de la pandemia. Se ha pasado de carreteras abandonadas por los confinamientos a paseos que reactivan sus calles, parques, restaurantes y senderos. De ciudades en silencio a llenarse de rostros satisfechos por llegar y estar.
Es una ruta de carretera por cinco tesoros de la Sierra Norte del Ecuador, con las facilidades de diseño, seguridad y confort de un Chevrolet Tracker Turbo.
Chirimoyas de Guayllabamba
Es una parada que encanta por sus frutas: chirimoya, pepino dulce, limón y aguacate. Reseñas históricas cuentan que el sabor de las chirimoyas las hizo acreedoras a títulos como “obra maestra de la naturaleza” o “manjar blanco”. Su verde forma acorazonada guarda una pulpa blanca y suave, que es dulce con un toque ligero de ácido.
Para comprar se debe evitar orillarse en la Panamericana, por seguridad. Aquí resultó ideal la asistencia de estacionamiento del vehículo, que detectó el espacio y parqueó de manera automática.
Venado Park
En la parroquia de Otón, Cayambe, se encuentra este proyecto que cuenta con un año de actividades y 147 animales. Venado Park busca ser un centro de conservación y reproducción de especies.
Un túnel subterráneo de 100 años y 120 metros de largo, que atraviesa la carretera, da una misteriosa bienvenida a esta aventura. La propuesta ofrece una convivencia cercana a los animales: desde alimentar llamas y venados, acariciar caballos miniatura y burros amiatina, hasta recibir a un loro en la mano.
El parqueadero se encuentra a 100 metros del ingreso al parque, al otro lado de la vía. Es recomendable ubicar el lugar: para esto se usó el enlace entre el teléfono y el sistema MyLink del Tracker Turbo, que permitió ver la localización del mapa en la pantalla táctil de 8 pulgadas. El tour se inicia en ese punto para atravesar el túnel.
Plaza de los Ponchos
En esta colorida plaza de Otavalo se reúnen los artesanos, herederos de oficios ancestrales, a exhibir y comercializar sus obras. Los tejidos son los productos más codiciados entre una variedad de trabajos en: madera, cerámica, pintura, metal y piedra. Un destino que atrapa en la inmensidad de su capital cultural: símbolos, detalles, historias; que en cada visita permiten hallar algo diferente.
Mientras se la recorre es inevitable probarse ponchos, chalinas, gorros, joyas… así como recibir propuestas de descuentos en el precio: el regateo. Aquella práctica que en su utilización ha transitado de un proceso de negociación a una expresión cultural.
Dada la concurrencia que convoca, el tránsito por este lugar es lento. Con los sensores de reversa posteriores y las alertas de luz en espejos retrovisores, el vehículo ayudó a detectar transeúntes, autos y motos en cercanía.
Laguna de Cuicococha
Esta laguna forma parte de un área protegida ubicada al pie del volcán Cotacachi. Es uno de los cuatro centros eruptivos que tiene este complejo, su caldera volcánica es considerada potencialmente activa.
El lugar cuenta con varios miradores para apreciar su juego de colores verde, turquesa y azul. En este espacio, además, se ofrecen paseos en lancha y excursiones en sus senderos.
Para esta actividad es aconsejable contar con un guía o revisar la ruta con antelación, dado que hay poca señal de Internet. Un problema menos del que preocuparse en la ruta con el Chevrolet Tracker Turbo, que cuenta con su sistema wifi integrado.
Laguna de Yahuarcocha
Su paisaje, deportes y las competencias del autódromo la convierten en un punto de visita ineludible; pero también su historia, misticismo y leyendas.
Su nombre significa ‘Lago de Sangre’. Es el escenario de relatos de cronistas de los años 1600 sobre una sangrienta batalla indígena entre los Caranquis y los Incas. De este combate, la laguna guarda restos en el agua y en sus tolas. Sobre todo de los Caranquis, que perdieron y fueron ejecutados por orden de Huayna-Cápac.
La laguna, a más de almas de guerreros indígenas, también hospeda entre su vegetación a golondrinas, colibríes, gorriones, curiquingues, mirlos, búhos, tórtolas y más.
Y en la vía interna, que dibuja su borde, recibe a ciclistas, a corredores y a vehículos de turistas.
Con el anochecer, este es un lugar que ofrece varias alternativas de hospedaje en hoteles y hosterías al pie de la laguna o en espacios para acampar con los debidos cuidados en un sitio de riqueza natural e histórica.
Los servicios para los visitantes
Las chirimoyas grandes cuestan dos por USD 5 y una por USD 3; las pequeñas, USD 0,50. Se las encuentra en puestos de venta a lo largo de la calle Simón Bolívar.
En Venado Park la entrada es de USD 3 para adultos y USD 1,50 para niños y tercera edad. Si se quiere visitar el lugar entre semana se sugiere anticipar la llegada.
Los ponchos van desde USD 15. Las bufandas de lana USD 7, las mantas desde USD 35 y los caminos de mesa entre USD 8 y USD 15, de acuerdo con el tamaño.
En Cotacachi, el ingreso es gratuito. Solo se requiere un registro de visita. Al ser parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas cuenta con un horario de 08:00 a 17:00.
A Yahuarcocha, la entrada es gratis. El lugar cuenta con restaurantes coque ofrecen las tradicionales tilapias fritas. Los precios de los platos van desde USD 2 hasta USD 5.