El sueño de muchas personas es viajar en el tiempo. En Cañar esto es posible. Los turistas pueden regresar al pasado para conocer los caminos por donde transitaban los incas-cañaris. Ahora están convertidos en ruinas arqueológicas.
Esta provincia andina del sur del Ecuador, 35 kilómetros al norte de Cuenca, presume de tener la más importante red de destinos para los amantes de la arqueología, la historia y la naturaleza.
La primera parada, en el centro parroquial de Cojitambo, cantón Azogues, es apenas una muestra de lo que verá después: cerros míticos, templos, muros de piedra elíptica y tramos de lo que fue el camino del Qhapaq Ñan.
La imponente iglesia de estilo grecorromano y edificada en su totalidad en piedra, que se dice fue extraída de las canteras del cerro Cojitambo, sobresale entre las pequeñas casas del pueblo muy bien conservado.
La leyenda de la cueva
A 500 metros está la entrada a la mítica cueva de Mashu Juktu, formada debajo de titánicas piedras con extrañas concavidades y túneles. Estos, de acuerdo con los registros históricos, conectaban al cerro Cojitambo con el Guagualzhumi (Cuenca).
Una placa en el ingreso menciona que, según la leyenda, adentro había una laguna donde vivía la mama Waka, una anciana de larga cabellera de oro, que atraía y absorbía la juventud de los hombres para prolongar su vida.
“Me contaron mis abuelos que quien llegaba al sitio era encantado y jamás salía”, relató la azogueña Rocío Jara a unos turistas. Con esa historia se sigue el viaje de ocho minutos en carro, al parque arqueológico, en las faldas del imponente Cojitambo.
El entorno abierto de muros, terraplenes, terrazas, andenes, estructuras de habitaciones y caminos, todo de piedra elíptica y rodeado de una inmensa pradera, forma parte de este llamativo complejo de vestigios.
Los turistas quedan fascinados cuando los guías nativos les explican que este sitio servía de tambo (descanso) para el inca y su nobleza, en la ruta del Qhapaq Ñan, que enlazaba a Ingapirca con la ciudad del Tomebamba de Cuenca.
El recorrido pausado, revisando la información colocada en las distintas placas, demora cerca de 40 minutos. Los visitantes se llenan de energía por el silencio y pareciera que cada rincón cuenta su propia leyenda.
En la parte posterior hay cabañas para descansar, un mirador para contemplar la grandeza de la ciudad de Azogues y un sendero para llegar a la cima del Cojitambo. Aquí se practican la escalada y otros deportes de aventura.
Lugar sagrado
Se continúa hacia Coyoctor, en el cantón El Tambo, un complejo similar donde sobresale el Baño del Inca. Este se compone de dos reservorios que dan la apariencia de tinas interconectadas y esculpidas sobre extensas rocas.
Los nativos dicen que este era un lugar sagrado de purificación destinado a las ceremonias, rituales y danzas que se hacían en honor a los dioses de la naturaleza: la luna y el sol. También hay un altar, un observatorio astronómico y un cementerio.
A un kilómetro está el Castillo de Ingapirca, en el cantón Cañar, un sitio turístico imperdible que sobresale en medio de verdes montañas. Se encuentra a 3 160 metros de altura, donde las corrientes de vientos se escuchan como melodía en el silencio.
La majestuosa construcción ovalada es de la época precolombina, levantada en piedras andesita y volcánica. De allí el nombre quichua Ingapirca, ‘muro del Inca’. Ocupa 4 hectáreas, varias secciones y reúne una amplia riqueza cultural e histórica.
Cuando los turistas escuchan su historia, quisieran retroceder el tiempo para ser testigos de la vida de las culturas cañaris–incas. A estas se les atribuye la construcción de este adoratorio del sol, que fue estratégico para las actividades políticas, administrativas y religiosas del incario.
En este sitio también hay un museo, un centro de investigación científica y puestos de venta de textiles y artesanías elaboradas por los nativos de la zona.
En 10 días, en este espacio se vivirá el Inti Raymi, celebración que tiene el legado inca–cañari del solsticio, en agradecimiento al sol y la cosecha. Este es un buen pretexto para ir al complejo arqueológico más importante del país.