Tranquila y relajada. Luego de la primera sesión de musicoterapia se miró al espejo y se sentía aliviada. Samanta Rivas recuerda el día en que conoció esta forma de relajarse que aplica Isaac Villacreses, su profesor de música. Desde una habitación con paredes celestes y cuadros pintados a mano, Samanta cuenta que progresivamente el estrés y los dolores de espalda producidos por la escoliosis y un disco desgastado empezaron a ser más llevaderos. “Ya no me afectaban tanto los problemas”.
¿En qué consiste esta técnica?
Es el uso de la música y sus elementos. La armonía, melodía y el ritmo dan soporte emocional e indirectamente un efecto relajante disminuyendo el dolor y otros estímulos que producen el estrés. Mientras Rivas está recostada sobre una colchoneta azul y rodeada de guitarras acústicas, Villacreses muestra en el cuerpo de su paciente siete puntos, que a su vez representan a una nota musical.
La coronilla representa a la nota si, la frente es la, la garganta sol, el corazón es fa, el plexo solar es mi, el vaso re y el coxis do. Con esto, el terapeuta mide las frecuencias con un afinador electrónico, el cual detecta la nota adecuada dependiendo del lugar donde se coloca el afinador.
Lo interesante, según Villacreses, es que este aparato también sirve para devolverle a la persona la frecuencia adecuada. Es decir, si un órgano tiene problemas, a través de esta técnica se ubica en la nota musical adecuada. Terminada la afinación se inicia la armonización. La idea es que la energía sonora gire alrededor de todo el organismo. Para ello se utilizan otros instrumentos.
El sonido de la lluvia
Villacreses acerca a la cabeza de Rivas una especie de pocillo, el cual suena cuando roza un pequeño palo sobre el contorno del recipiente.
Después agita un alfando, un palo alargado que en su interior tiene elementos que simulan el sonido de la lluvia. Con ello termina la sesión de musicoterapia. Sin embargo, cada especialista utiliza distintas metodologías e instrumentos.
Eso ocurre con el doctor Fernando Guerrero, otro musicoterapeuta. Al entrar en su consultorio se observa un aparato al que conoce como cámara de resonancia hidrosónica. Esta contiene vasos grandes de agua en unos orificios. Vestido con un mandil blanco, relata que el paciente tiene que ingresar allí, recostarse y relajarse.
El médico lo guía y los dos pronuncian las cinco vocales. Algo similar hacen frente al “resonador intencional musicoterapéutico”, un aparato negro de forma triangular que tiene en la parte superior un orificio donde la persona vocaliza otra vez. Esto ayuda a relajarse, disminuir el estrés, calmar los dolores físicos.
Para Guerrero, “el mejor sonido terapéutico es el producido por la propia voz, por el poder determinante de armonizar las distintas frecuencias del organismo”.
La terapia se completa en una habitación con paredes de baldosa. Una tenue luz alumbra la camilla negra donde el paciente se recuesta y logra un equilibrio emocional y físico.
Canciones antiestrés
Otros especialistas como la psicóloga Johana Palma, apuestan por la creación musical de los usuarios. Por ejemplo, se les ayuda a inventar un pasillo, crear una letra o improvisar sobre un pasillo que ya existe.
La especialista cuenta que al inicio se realiza un proceso donde “el terapeuta lee todas las producciones no verbales, sonoras y musicales de un paciente y las utiliza para un proceso terapéutico”.
De esta manera el musicoterapeuta identifica qué sonidos han marcado la vida de una persona y en función de ello se escoge la música. La idea es “establecer canales comunicativos que van más allá de la palabra” con el fin de llegar a una descarga afectiva que es “liberadora y placentera”.
Los especialistas consultados coinciden en que no se pueden establecer cuántas sesiones de musicoterapia se deben aplicar, puesto que cada personas procesa de forma distinta la técnica.
Así como Samanta Rivas alivió sus molestias mediante un estilo de música new age y en tres sesiones, otros pacientes pueden requerir otras alternativas como elaborar un CD personalizado con las canciones y tonalidades recomendadas para que lo escuchen en su casa o mientras están en su auto.
Los médicos dicen que es importante crear un espacio terapéutico para que los pacientes puedan liberar los recuerdos emocionales, como en el caso de la academia del musicterapeuta Isaac Villacreces (foto derecha).
La voz es importante en esta terapia, porque indica lo que le sucede al cuerpo y la mente. Según la psicóloga Johanna Palma, cuando sus pacientes cantan y tienen un “dejo de laringe cerrada” es porque hay algo reprimido.
Las personas que utilizan la musicoterapia tienden a reducir de forma más rápida el consumo de los psicofármacos que se utilizan para el tratamiento de la depresión y que producen afectos secundarios nocivos.
En el consultorio del doctor Fernando Guerrero (foto izquierda) su paciente utiliza el denominado resonador intencional musicoterapéutico. Allí emite sonidos de las vocales y esto ayuda a relajarse y a disminuir el estrés.
Al iniciar la terapia, los pacientes deben despojarse de todos los metales como pulseras, anillos y relojes, debido a que estos elementos tienen sus propia energía, la cual puede interferir en el proceso de sanación.
En esta terapia se utilizan los sonidos musicales y no musicales. La persona es la creadora de esas melodías, sin importar que tenga conocimientos profesionales en esta área, porque no importa el sentido de lo estético.
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Media hora diaria de meditación alivia la depresión
Una media hora diaria de meditación puede aliviar los síntomas de la ansiedad y la depresión, según un estudio difundido por la revista Journal of Internal Medicine, una de las publicaciones de la Sociedad Médica de Estados Unidos. “Hay mucha gente que usa la meditación, pero no es una práctica que se considere como una terapia médica convencional”, indicó Madhav Goyal, profesor asistente en la División de Medicina Interna en la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins, de Maryland.
“Pero en nuestro estudio, la meditación aparentemente proporcionó tanto alivio de algunos de los síntomas de la ansiedad y la depresión como otros estudios han encontrado en los medicamentos antidepresivos”, añadió. También se hallaron pruebas menores que indicaban una leve mejoría en el estrés y en la calidad de vida. En los estudios que siguieron a los participantes por seis meses, las mejorías persistieron. El Mercurio, GDA