Parte de la memoria gráfica que se conserva es sobre las visitas a Cañar, en 2013, y el trabajo con las comunidades. Cortesía: oralidad modernidad
En el Ecuador existen 13 lenguas indígenas y, por primera vez, se las podrá visualizar e interrelacionar en mapas. Esto gracias al proyecto Geolingüística Ecuador, que se impulsa en la Universidad Católica.
Marleen Haboud es su directora. Ella explica que se busca tener una base de datos que sea fácil de leer sobre los elementos que determinan la permanencia de una lengua.
El proyecto partió de uno más amplio que se llama Oralidad Modernidad, que nació en el 2009. Haboud hizo un primer sondeo sociolingüístico en la Sierra ecuatoriana para conocer la situación de la lengua quichua en las comunidades donde se desarrollaba un programa de educación intercultural bilingüe. Desde 1992 ha estado vinculada a este tipo de trabajo.
Veinte años después dio continuidad a ese trabajo con una premisa central: ¿cómo las lenguas que tienen tradición oral enfrentan y negocian los cambios sociales de la modernidad? Se hicieron entrevistas y se mantuvo conversaciones abiertas en al menos el 10% de la población registrada en cada comunidad. Se cuenta hasta ahora con 4 500 entrevistas.
Una de las fortalezas del proyecto es que se incluyó a las comunidades en el proceso. Se entrenó en metodologías de investigación a 60 personas que hablan distintas lenguas de las comunidades del país.
En los talleres, los indígenas que participaron de forma voluntaria aprendieron a manejar un sistema informático lingüístico, bases de datos, el uso de plataformas virtuales y la georreferenciación.
La estrategia abonó para que los datos sean más verídicos, porque se los recoge en las lenguas de cada comunidad.
También hizo que el proyecto sea sostenible. Con la información y las herramientas, los indígenas pueden ampliar el trabajo o hacer proyectos propios. La información, antes de ser publicada, es entregada y validada por los participantes.
Durante el trabajo de campo, hacia 2009, surgió la necesidad de incluir el componente geográfico. El Proyecto Geolingüística Ecuador se convirtió en un canal para acceder a esa información. Cuenta con un portal web (www.puce.edu.ec/sitios/linguistica/geolinguistica) en donde se puede encontrar datos del proyecto, mapas de localización de las nacionalidades y pueblos indígenas del Ecuador y los mapas de ubicación de lenguas por autoidentificación.
Una de las conclusiones centrales es que, en los últimos 20 años, hay una disminución de personas que dicen tener como lengua materna al quichua, en comparación con los datos recabados en 1992. En promedio, un 35% de la población; un problema. “Cuando se pierde una lengua se pierden los conocimientos y son difícilmente recuperables”, dice Haboud. “No hablamos de la lengua como algo abstracto. Es el vehículo para mantener el patrimonio material”.
Existen causas históricas, como la conquista, que han provocado una desvalorización de la lengua. Pero también más recientes, como los cambios sociales que han devenido del acceso a tecnología, centros educativos, urbanización…
Las lenguas se usan cada vez menos en la cotidianidad de indígenas. En la casa, principalmente, pero no cuando salen a comprar en el mercado o tienen que hacer un trámite. El uso se va restringiendo. “Mucha gente nos ha dicho: no quiero que mis hijos hablen mi lengua porque ¿para qué me sirve?”, refiere Haboud.
El detalle de la situación de cada lengua, en las distintas comunidades, se conocerá a lo largo de este año, al tiempo en que se termina de recoger la información. Hay salidas programadas a las provincias de Imbabura, Tungurahua, Cotopaxi y Pastaza. Los de Santo Domingo de los Tsáchilas fueron los primeros que se recogieron.
En su mapa se observa también que de las siete comunidades estudiadas, en seis se habla más la lengua materna (Tsa’fiki). Solo en la comuna Chigüilpe, una mayor parte de encuestados aseguró que habla tanto Tsa’fiki como español.
En contexto
El proyecto Oralidad Modernidad, del que es parte Geolingüística Ecuador, se desarrolla en Imbabura, Cotopaxi, Cañar y Chimborazo. También en Santo Domingo, Pastaza, Napo, Tunguragua y Galápagos. Es multidisciplinario e inclusivo en las comunidades.