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El nuevo referente de crecimiento económico

En el último cuarto de siglo creció 6%, en promedio, el más alto en la región. El ingreso per cápita superará al de Chile este año, pero la desigualdad puede arruinarlo todo.

En el último cuarto de siglo creció 6%, en promedio, el más alto en la región. El ingreso per cápita superará al de Chile este año, pero la desigualdad puede arruinarlo todo.

En el último cuarto de siglo creció 6%, en promedio, el más alto en la región. El ingreso per cápita superará al de Chile este año, pero la desigualdad puede arruinarlo todo.

¿Cuál es el país que más se destaca en América Latina en materia económica? Si la respuesta es Chile, usted está parcialmente en lo correcto.

Chile ha ocupado los primeros lugares en los rankings de competitividad o facilidad para hacer negocios, pero Panamá lo superará este año en el ranking de países con mayor ingreso per cápita, un indicador que mide la relación entre el nivel de renta de un país y el número de habitantes.

El posicionamiento de Panamá en el escenario regional obedece al acelerado y sostenido crecimiento de su economía. El informe presentado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en abril pasado, denominado ‘Perspectivas de la economía mundial 2019’, prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de Panamá superará al de Chile este año.

Ese pronóstico parte del crecimiento potencial de Panamá, que es del 5,5% anual. Si la economía panameña crece a ese nivel en los cinco próximos años, el PIB per cápita alcanzará los USD 35 400, parecido al de Lituania, República Eslovaca y Eslovenia, consideradas economías avanzadas.

“Panamá bien podría pasar a ser la primera economía avanzada de América Latina en los próximos años”, señalaron Alejandro Santos y Metodij Hadzi-Vaskov, funcionarios del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI.

Ellos escribieron el mes pasado un artículo titulado ‘Panamá: Salto cuántico económico’, en el cual explican que la economía panameña ha sido la más dinámica de la región en las tres últimas décadas y ha alcanzado uno de los ingresos per cápita más altos de América Latina.

En julio del año pasado, el Banco Mundial puso a Panamá en la lista de países de altos ingresos.

Para ingresar a la alta sociedad fueron necesarias varias décadas con tasas de crecimiento elevadas y sostenidas, lo cual no es muy usual en América Latina.

Según Santos y Hadzi-Vaskov, la economía panameña creció a un ritmo del 6% por año durante un cuarto de siglo, muy por encima de otros países como Chile, República Dominicana o Perú. Además, logró alcanzar uno de los niveles de ingreso per cápita más elevados de la región, por delante de Argentina, México y Uruguay.

Ese desempeño económico comenzó a construirse tras un período de inestabilidad política y económica en la década de 1980. Panamá optó por el pragmatismo económico al estilo del FMI: aplicó políticas para mejorar el clima de negocios, se abrió al comercio exterior, privatizó las empresas públicas, modernizó el sistema financiero y aplicó disciplina fiscal.

El Canal de Panamá, cuya operación ya lleva 105 años, ha sido uno de los puntales de la economía y una importante fuente de ingresos fiscales. La reciente ampliación del Canal, que entró en operación en junio del 2016, dio un nuevo impulso al crecimiento y mejoró la capacidad productiva.

La historia económica de las tres últimas décadas deja ver los resultados de la apertura. El PIB per cápita se quintuplicó en ese período, pasando de USD 5 000 en 1990 a más de 26 000 al cierre del año pasado; el comercio exterior y el sistema financiero florecieron de la mano de una serie de beneficios fiscales para atraer a las multinacionales o la creación de áreas económicas especiales, como la Zona Libre de Colón, zonas francas, entre otras.

Los inversionistas extranjeros respondieron y gracias a ellos Panamá ha recibido un volumen creciente de capitales foráneos.

En el período 2014-2018 recibió USD 24 000 millones de inversión extranjera directa, cinco veces más de lo que recibió Ecuador, pese a que la economía panameña es más pequeña y su población es de 4 millones de habitantes.

El Gobierno panameño destacó esta semana que la inversión continuó creciendo en el primer trimestre de este año, un 18% más respecto de igual período del año pasado. Pero la llegada de capitales puede verse afectada por la decisión del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), que el viernes pasado reingresó a Panamá en la lista de países no cooperadores en la lucha contra el lavado de dinero y financiamiento del terrorismo.

Ahora, el gran reto para Panamá es mantenerse como un país de ingreso alto y hacerlo de un modo más inclusivo. Pocos países en el mundo han logrado pasar de la condición de ingreso medio a la de ingreso alto y consolidarse en esta categoría. “Desde mediados de los años ochenta apenas 12 lo han logrado, y solo tres de ellos están fuera de la Unión Europea: Chile, Corea del Sur y Uruguay”, señaló Verónica Zavala, gerenta del Departamento de Países de Centroamérica del Banco Interamericano de Desarrollo.

Para el BID, Panamá tiene aún cuatro retos que superar: aumentar la competitividad, mejorar la calidad del sistema educativo, mejorar la calidad de las instituciones y, sobre todo, “lograr una mayor cohesión social y territorial”, pues sigue siendo uno de los países más desiguales de América Latina. Los ingresos del 10% de la población más acaudalada son hasta 35 veces superiores que los del 10% menos agraciado.

Ignazio Fariza, del diario El País de España, describió cómo es la vida al otro lado de los rascacielos de Panamá, que es uno de los cinco países más desiguales del mundo, según los datos del Laboratorio de Crecimiento de la Universidad de Harvard.

En las comarcas indígenas, que tienen categoría de provincia, la pobreza afecta al 82% de la población y la pobreza extrema alcanza a seis de cada 10 personas.

Mientras la renta media de los residentes en Ciudad de Panamá se codea con la portuguesa, en las provincias más pobres está al nivel de países subdesarrollados.

Y esa desigualdad es un peligro a largo plazo. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, sostiene que la inequidad puede convertirse en un freno para el crecimiento. Como hasta ahora no lo ha hecho, el denominado milagro panameño corre el riesgo de convertirse en un espejismo.