La activista amazónica ecuatoriana Nina Gualinga denunció a través de cuenta de Instagram que la justicia ecuatoriana le ha fallado, al igual que lo ha hecho con otras mujeres. Este miércoles 7 de diciembre del 2022, la líder indígena exigió justicia en el proceso que lleva adelante por violencia física y psicológica.
Con fotos de los moretones que la violencia dejó en su cuerpo, la activista amazónica pide celeridad en este caso, que ha denunciado desde el 2015. También compartió imágenes del examen médico que se le realizó, en el que se detallan dolores, lesiones y edemas en la cabeza, tórax y miembros inferiores, respectivamente.
De acuerdo con la imagen, en las conclusiones se señala que las lesiones son provenientes de la acción violenta (golpes contusos) que le determinan una incapacidad de tres días. “¿Hasta cuándo tengo qu esperar y vivir callando?, ¿otra vez están esperando archivar el caso?”, escribió Gualinga en su publicación.
En su cuenta, la joven indígena escribió que “en el 2020 habló sobre mi experiencia después de años de violencia física y psicológica. “Hoy vuelvo a alzar la voz con una denuncia pública. No puedo seguir callando y no puedo ver a más mujeres callar por el miedo al qué dirán o por pensar que la culpa es nuestra. No, ya no más”.
Esta es la historia de violencia
“Quizá no vieron los hematomas en mi cuerpo. Quizá algunos vieron y no se atrevieron a preguntar. Quizá me preguntaron y no les conté. Años de continuos maltratos psicológicos y físicos. Agresiones físicas, golpes en la cara, fractura en la espalda, amenazas de muerte con un arma apuntándome a la cabeza. “Si te vas, te disparo”.
Yo tenía las piernas rojas, moradas y la piel partida por los golpes. Hasta se veían las huellas de las manos que me golpearon. Pero ni la rabia de sus manos dolieron tanto como la manipulación, las mentiras, la humillación y las palabras que salían de su boca. “¡Eres una perra! Puta, si denuncias, nadie te va a creer, porque yo voy a decir que tú me pediste que te dé en cuatro y te pegue. Nadie te va a creer”.
Él me pidió perdón llorando de rodillas, diciendo que jamás me volvería a golpear. Le perdoné. Me volvió a golpear, más brutalmente y me dijo que en adelante, solo me pegaría en lugares que no se vieran. Las demás cosas que me hizo no puedo contar porque son demasiado crueles.
He puesto tres denuncias a mi agresor en los últimos siete años y aún sigo esperando justicia y reparación. La primera vez, en marzo del 2015 puse una denuncia en la Unidad Judicial de Violencia contra la Mujer y la Familia de la Judicatura de Pastaza, Ecuador, tras haber sido brutalmente golpeada.
Las trabas en el proceso legal
Al final, mi denuncia fue archivada. Pero no tenía sentido. Y ya les había entregado toda la información necesaria, la dirección, los teléfonos. Hasta le conocían. Pero el agente que tenía que citarle me pidió que le acompañe a entregarle la citación. No podía hacerlo. ¿Cómo podía pedirme eso?
Llegaron a notificarle de la boleta de auxilio que yo tenía, pero “no pudieron encontrarle para darle la citación”. Perdí confianza en el sistema judicial. Años después, en el 2017, me fracturó la espalda con una patada. No puse una denuncia. Pensé que igual no iban a hacer nada.
Pero en enero del 2020 me armé de valor de nuevo, porque la violencia no termina solo porque la relación termina. A pesar de la decepción del sistema de justicia era una de las pocas opciones que tenía. Y una vez más, casi tres años después esa denuncia sigue en investigación.
En el 2020 también compartí públicamente sobre la violencia que había vivido. Poco después de eso, mi agresor usó a la justicia y puso una denuncia en mi contra por supuesta violencia psicológica como represalia para callarme.
La tercera denuncia y el miedo
En marzo del este año 2022 puse una tercera denuncia por incumplimiento a la boleta de auxilio, después que él ingresara a la casa de mi familia arbitrariamente y tras una serie de situaciones de acoso y violencia psicológica. Esto todavía está bajo investigación.
He estado callada mucho tiempo, entregando mi fe en la justicia. Pero ya no callaré más. Andrea Gualinga murió con una boleta de auxilio en sus manos. Eso nos dice todo. Publico esto sabiendo que probablemente va a haber represalias y venganza por parte de mi agresor. Pero no podemos permitir que las mujeres sigamos muriendo ni viviendo así”.
Sus pedidos a varias instancias
Nadie quiere exponerse así tan vulnerable, humillada y golpeada ante su familia, sus amigos y el público, dice Nina Gualinga. “Pero, yo no seré una cifra más en las estadísticas de violencia”. Por eso hace tres pedidos a la Judicatura de Pastaza, a la Fiscalía Provincial de Pastaza y a la Defensoría Pública de Pastaza:
1. Cumplir el debido proceso, se investigue con debida diligencia y no existan más retrasos y dilataciones en el proceso.
2. Garantizar el acceso a la justicia y sin revictimización a ella y a todas las mujeres que tiienen el valor de denunciar.
3. No más impunidad. Con cada denuncia archivada porque no se investiga ni toma en serio las denuncias se permite que los agresores repitan una y otra vez sus abusos y maltratos, señala.
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