La hierba se tomó varios espacios recreativos del parque La Carolina, en el norte de la capital.
La maleza extendida como una mancha en el asfalto. Hierba crecida, tan alta que podría cubrir a un niño. Flores que aparecen donde antes solo había un césped perfectamente podado. Son las consecuencias de la falta de mantenimiento del espacio público debido al confinamiento. Pero esto, además de verse como un descuido, también puede mirarse como una prueba de que la naturaleza encuentra caminos para tomar posesión de un espacio que el hombre, aunque brevemente, ha desocupado.
En un parque de la Kennedy, las flores llegan al asiento del columpio.
En el sur de la ciudad, en San Bartolo, la vegetación forma pare de rieles y durmientes.
En la calle José Riofrío, en San Juan, la hierba aprovecha los recovecos que deja el asfalto.