El presidente Nicolás Maduro fue recibido por su homólogo chino Xi Jinping el 15 de septiembre del 2018. Foto: Archivo/AFP
Los militares no son los únicos frentes que debe conquistar Juan Guaidó para instaurar de una vez por todas un gobierno de transición en Venezuela. Si bien desde el pasado 23 de enero ha recibido apoyo y reconocimiento en decenas de países y organismos, todavía le quedan dos huesos difíciles de roer, que resultan piezas claves en este cada vez más complejo tablero: China y Rusia.
Todo parecería indicar que Nicolás Maduro puede contar todavía con Xi Jinping y Vladimir Putin como aliados para mantenerse en el poder. El viernes, el ministro de Exteriores chino, Geng Shuang, se manifestó en contra del envío forzoso de la “llamada asistencia humanitaria” extranjera, advirtiendo que podría desencadenar un conflicto de “graves consecuencias”.
Por su lado, la portavoz de la diplomacia rusa, María Zajarova, insistió en el discurso manejado por el gobierno de Putin de que los cargamentos de comida y medicinas suponen una “peligrosa provocación, de gran magnitud, inspirada y dirigida por Washington”, que no tienen otro objetivo que ocasionar una acción militar.
El membrete de ‘socialista’ que aún pretende lucir Maduro parecería ser el ancla para que estas dos potencias todavía lo respalden desde el punto de vista ideológico.
“Si le preguntan a cualquier funcionario del Gobierno ruso, dirán que es un golpe de Estado clásico liderado por los Estados Unidos y su posición no se trata de salvar a Maduro personalmente, sino de adoptar una posición de principio”, declaró a finales de enero yodor Lukyanov, presidente de una junta asesora del Kremlin sobre política exterior y de defensaal diario The Wall Street Journal. Sin embargo, una investigación de este mismo rotativo revela que al jefe del Kremlin no está conforme con el rumbo que ha tomado el heredero de Hugo Chávez.
El reportaje apunta que el año pasado Rusia envió delegados de su Ministerio de Finanzas a Caracas con un plan para estabilizar la agonizante economía venezolana y su inflación de ciencia ficción. Pero el gobierno de Maduro lo habría rechazado por considerarlo demasiado drástico, solicitando en su lugar más ayuda financiera.
Por eso, cuando el Mandatario venezolano viajó a Moscú a inicios de diciembre pasado, más de un analista interpretó como una señal de enojo por parte de Putin el hecho de que no existiera una declaración conjunta de los dos gobernantes, y que el presidente sudamericano fuera recibido sin honores y en una residencia a la salida de Moscú en lugar de la sede del Gobierno.
En los últimos días, Petróleos de Venezuela (Pdvsa) tuvo que apresurarse a desmentir que el banco ruso Gazprombank hubiera desbloqueado sus cuentas, casi al mismo tiempo que el chavismo anunciara el envío de medicinas para regalar desde Rusia.
El régimen de Xi se ha ofrecido como mediador, e incluso se ha manifestado abiertamente partidario de un diálogo sin plazos ni condiciones y, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU -al igual que Rusia-, ha objetado continuamente la intervención del organismo en los asuntos políticos de Venezuela. De todos modos, reconoce que actualmente mantiene conversaciones “con todos los frentes” de la confrontación.
Es que así como Rusia, Pekín tiene importantes intereses que defender. Ya no es un tema ideológico ni de tener un contrapeso frente a Estados Unidos en la región, hay grandes cantidades de dinero en juego.
Cada vez más deudas y menos petróleo
Cuando no existe una información transparente por parte de un gobierno, como sucede en Venezuela, las cifras proporcionadas por analistas e instituciones independientes siempre van a variar respecto a cuánto ascienden sus deudas. El Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations), organismo sin fines de lucro con sede en Nueva York, calcula que China le ha prestado al chavismo unos USD 70 000 millones en la última década.
Eso sin contar, entre muchas otras, con las inversiones en la Franja del Orinoco, donde la petrolera china mantiene extracción, un acuerdo firmado todavía por Chávez a cambio de un préstamo en el 2010.
Rusia, por su parte, también ha soltado miles de millones de dólares en los últimos años para oxigenar a Maduro y su gobierno, por concepto de venta anticipada de petróleo. La petrolera estatal Rosneft se convirtió en uno de sus principales prestamistas en los últimos años, habiendo desembolsado unos USD 2 500 millones por futuros despachos de crudo . Esta compañía también es copropietaria de varios proyectos de petróleo y gas con Pdvsa, y tiene un 49% de participación en Citgo, la refinería venezolana en EE.UU.
Tampoco se puede olvidar que Caracas es para estos dos países un importante cliente en su cartera de venta de armas. Moscú le ha vendido desde principios del siglo XXI más de USD 10 000 millones en rifles de asalto, aviones de guerra, tanques y sistemas de misiles. Pekín se unió al negocio en el 2013, y se calcula que ya ha enviado a ese punto de Sudamérica unos USD 628 millones por este concepto.
La cúpula de la Fuerza Armada venezolana difícilmente logrará que un gobierno de transición la mantenga tan bien suministrada, colocándola en la posición número 21 en el mundo en este aspecto. Y este puede convertirse en uno de los reparos de China y Rusia para aceptar abiertamente un puente de diálogo con el presidente interino. Pero en este momento resulta mucho más importante para ambos países tener claro si, en una eventual salida de Maduro, podrán cobrar sus deudas en las mismas condiciones que la negociaron y si sus inversiones podrán arrojar los réditos proyectados.
Ya parece que en este momento el chavismo no está cumpliendo con sus obligaciones financieras. The Wall Street Journal cita a una fuente cercana a Pdvsa que afirma que los envíos de crudo apenas llegan a la mitad de lo pactado, 300 000 barriles por día en lugar de 600 000. Resulta obvio que Putin y Xi necesitan tener claro en qué condiciones se entenderían con un gobierno con ideología y prioridades radicalmente distintas.
Se podría hablar mucho respecto al papel que jugó el chavismo respecto a los nuevos poderes dentro del mapa geopolítico mundial. Mas el asunto del dinero le gana ahora en trascendencia, porque nadie que presta se quiere quedar sin cobrar. Y es en este punto que Juan Guaidó tendría que trabajar más duro, si quiere al menos evitar el rechazo de dos influyentes súper potencias.