La enfermera Ana Lucía Endara, de 47 años, es la encargada de organizar las brigadas móviles de vacunación anticovid-19. Cada día llega a las 06:30 al Centro de Salud Conocoto, en el sureste de Quito.
Allí recibe las fórmulas, que llegan custodiadas por efectivos de las Fuerzas Armadas, y firma los papeles de recepción. Generalmente le entregan entre 120 y 150 dosis; todo depende del número de personas que estén en la lista para la inmunización en ese día.
Ayer, 3 de junio del 2021, por ejemplo, se activaron tres brigadas móviles para visitar al menos cuatro centros geriátricos del valle de Los Chillos, cada una.
Cerca de las 09:40, Ana Lucía tenía todo preparado en uno de los consultorios de la unidad médica. Tres cajas térmicas con las fórmulas de Pfizer, solución salina, torundas o motas de algodón, jeringas, fundas y botellas para desechos son parte de los insumos que lleva.
Cada equipo está conformado por tres personas: enfermera o enfermero, un digitador y un ayudante. Su meta -dice- es administrar la vacuna a la mayor cantidad de habitantes en el menor tiempo.
El Gobierno nacional se planteó el objetivo de inmunizar a nueve millones de ecuatorianos en los primeros 100 días de gestión.
Para ello, el lunes 31 de mayo del 2021 se presentó el nuevo Plan de Vacunación 9/100, por el cual se organizaron 900 brigadas móviles. Los equipos realizan la inoculación de adultos mayores, con discapacidad y personal sanitario rezagado.
Además, cumplirán con una tarea adicional: la vigilancia epidemiológica, detección y diagnóstico temprano. Eso explicó días atrás la ministra de Salud, Ximena Garzón. “Así, este proceso será más integral”, mencionó.
Ana Lucía y su equipo visitaron ayer la Residencia Época Dorada, ubicada en la av. Ilaló. Está a unos 10 minutos del Centro de Salud Conocoto.
Allí aplicaron las segundas dosis a los nueve residentes, cuyas edades oscilan entre los 75 y los 98 años. La primera se administró el 14 de mayo.
“Cuando nos ven se emocionan, porque saben que les traemos esperanza”, indica Cecilia Ponce, de 46 años. Es fisioterapeuta de esta unidad médica y también colabora en estos equipos móviles de inmunización anticovid-19.
“Soy la encargada de digitar los datos de los ciudadanos. Antes de salir, nos dan una clave de acceso al sistema”.
Para ella, este trabajo ha representado un cambio total. Pasó de atender a sus pacientes a hacer labores de oficina. Sin embargo, cree que su apoyo en las brigadas es importante para el proceso. Ha visto la alegría de los adultos mayores cuando reciben la fórmula.
“Las personas se alegran cuando llegamos. Reaccionan así porque saben que estarán más protegidos”.
Cerca de las 10:15, los brigadistas llegaron al centro Época Dorada. Ágilmente adecuaron el espacio para la inoculación de los residentes. En unas mesas colocaron los insumos médicos para la preparación de la vacuna de la firma Pfizer-BioNtech. Aprovechan el tiempo para ponerse el traje de bioseguridad: una bata y guantes descartables.
Los sanitarios también dispusieron unas sillas para la toma de signos vitales, en especial la presión arterial. Afortunadamente -anota el interno rotativo y brigadista Juan Gutiérrez- todos están estables, por lo que la inmunización se desarrolló sin inconvenientes.
La aplicación de la dosis es un proceso sencillo y rápido. Toma menos de dos minutos. Simplemente se coloca la fórmula en el brazo izquierdo de la persona. Sin embargo, deben permanecer en observación durante 20 o 30 minutos, para evaluar si presentan o no reacciones adversas.
“En la primera administración, los residentes no tuvieron ningún estrago”, comenta Paúl Guamán, de 41 años y director del centro. Él se mostró feliz con la llegada de las brigadas, ya que así se garantiza la seguridad y protección de los residentes del centro.
“Los familiares estaban con mucha expectativa; ninguno se opuso”. La inoculación -opina- es una oportunidad para retomar las actividades con mayor normalidad. Hace un año, por ejemplo, tuvieron que prohibir las visitas de los parientes. “Ha sido complicado, solo pueden comunicarse por medio de videollamadas”.
Corina Clavijo, de 78 años, fue la primera en recibir la segunda fórmula. Estaba muy emocionada porque, según repitió, sabe que de ese modo estará protegida contra el SARS-CoV-2. “No me dolió”, comentó entre risas.