Uno de los rituales más importantes se celebró en el cerro Punta Rumy. Foto: Cortesía Raymi y Chiliquinga
Los yachaks, o sanadores, de Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, México y Francia buscan fortalecer y rescatar la medicina ancestral andina en las comunidades indígenas. Durante dos días, realizaron rituales de sanación y de la ayahuasca en los sitios sagrados del pueblo Salasaka.
La actividad fue organizada por el Centro Cultural Inkarte de esa parroquia del cantón Pelileo, en Tungurahua. Los sabios analizaron la situación actual de la medicina ancestral. Raymy Chiliquinga, investigador y Yachak de Salasaka, dijo que en el Primer Congreso de Sanadores Ancestrales determinaron que el shamanismo no existe en la cultura andina, sino el médico ancestral comunitario. “Al igual que el médico occidental cura las enfermedades con el uso de yerbas, la música y el ritual de la hoja de la coca”.
Durante el encuentro los sanadores descendieron por los chaquiñanes hasta el cerro Punta Rumy (Piedra punta en español), considerado como Waka importante para los habitantes indígenas. Antes de ingresar los yachaks abrieron la puerta de la sanación soplando por cuatro ocasiones el humo del cigarro.
Luego de una concentración espiritual y de beber la ayahuasca lograron sus visiones para mejorar sus conocimientos como sabios y médicos. “Llevaron alimentos y flores como ofrendas en el Punta Rumy, que ayudaran a generar más conocimientos”, dice Chiliquinga.
El investigador cuenta que el evento ayudó a fortalecer los conocimientos que fueron absorbidos por los jóvenes que asistieron. Además, los taitas y mamas de la comunidad.
También ascendieron al cerro Kinllurko (Cerro protector). Ahí se desarrolló un ritual que buscaba absorber la energía de la Ashpa Mama (Madre tierra) con el encendido del fuego sagrado. El rito se cumplió durante el mediodía.
En este sitio aprendieron también el uso de plantas medicinales. La ceremonia se selló con la curación de las personas con yerbas sagradas como el sauco, la ortiga. También se bebió el Tzawar Mishki, un líquido sagrado que se obtiene del penco maduro y que es cosechada una vez al año por los lugareños. “La idea es que los jóvenes conozcan sobre nuestros conocimientos y saberes ancestrales”, sostiene Chiliquinga.