La violencia ejercida sobre la mujer conduce a alteraciones psicológicas que pueden causar problemas psiquiátricos que afectan a ella y a su familia, explica la psicoterapeuta Natacha Villacreces.
A diario, hasta su consultorio llegan casos de parejas en los que al menos una vez, la mujer ha sido violentada. Uno de ellos es el de Juan y Myriam. Él lleva algún tiempo buscando trabajo, pero para su pareja ha sido más fácil. Ella ha logrado un empleo como secretaria. La inseguridad de Juan no tarda en manifestarse en la relación de pareja. El hombre se siente desplazado porque no mantiene económicamente su hogar y al no saber cómo canalizar sus emociones reacciona con violencia contra su pareja.
No solo Myriam es la afectada, el pequeño hijo de la pareja, quien ha sido testigo de pelas y agresiones, tiene problemas en la escuela, sus calificaciones han disminuido y su conducta ha sido reprochada por su profesora. Lo más preocupante del caso es que Alexander, el hijo de Myriam y Juan, “ya es un potencial agresor, cuando este empiece a tener una vida de pareja”, indica la psicóloga.
Según cifras de OnuMujeres, seis de cada 10 mujeres en el Ecuador han sufrido violencia. Para la especialista, este es un problema de salud pública. “Así como se hacen campañas para la gripe, debería realizarse una para la salud mental de los pobladores”, menciona. Es por esto que es necesario pensar en soluciones, y Villacreces tiene su propuesta: “Las universidades deben trabajar en prevención. Hay facultades de Psicología que pueden intervenir en áreas preventivas. Si queremos frenar la violencia, vamos a la base: la familia estructurada como está actualmente, ahora ya no hay padres, sino que está la mujer con hijos y de distintos padres”, para la psicóloga esto obliga a mirar a esa mujer vulnerada que necesita de capacitación, cuidado de salud, prevención para que no se repitan los círculos de violencia. Otro punto importante es no descuidar la atención terapéutica del victimario, ya que si eso sucede el círculo de violencia no será roto y en eso concuerda Marina Galarza, psicóloga del Centro de Salud Nº 1.
Galarza sostiene que la violencia se ve en toda edad, frente a esto su trabajo es dar apoyo emocional. “Luego vamos investigando el entorno de la persona que está en consulta y la historia de violencia que la persona trae”.
Para la psicóloga hay una cultura que tiene patrones de conducta que hacen que el hombre tenga el poder emocional y que esté listo para mandar, dominar y exigir. Es por esto que el insulto, las palabras ofensivas son cosa de la cotidianidad.
Las terapias
- Según la psicóloga Marina Galarza, ahora hay más demanda en los consultorios. Es decir, “más mujeres violentadas buscan ayuda”.
- En estas reuniones de ayuda se trata de que también vaya el agresor para trabajar con ambas partes y que los resultados resulten más satisfactorios.
- Una de las recomendaciones que se da es que la mujer denuncie el maltrato y el hombre realice una terapia para manejar y controlar su ira.