Educó a sus tres hijos: Guillermo, Aníbal y Oswaldo Landázuri. Vio crecer a sus nueve nietos y 10 bisnietos. Pero sus enseñanzas llegaron a miles de niños que hoy recuerdan con nostalgia el libro de su autoría: ‘Escolar Ecuatoriano’.
Con él, Rogelia Carrillo educó a muchas generaciones, incluso a su hijo Guillermo Landázuri, ex presidente del Congreso. Cuando estaba en la Escuela Municipal Eugenio Espejo conoció la historia y la geografía del Ecuador gracias a este texto. “Cuado tenía una inquietud mamá me aclaraba los temas que no comprendía”, dice.Landázuri heredó de ella la vocación de enseñar. Trabaja como profesor en la U. Católica de Quito desde hace 30 años. Siempre vio a su madre entregar la vida al trabajo de educadora. Ella se inició en el oficio hace 75 años.
La rectora y fundadora del Colegio Andino llega a diario, con caminar lento pero sin la ayuda de un bastón, a su oficina. Rodeada de los trofeos de sus alumnos, Carrillo mantiene la puerta abierta para recibir a maestros y estudiantes. Dice confiar en la lealtad del vicerrector, Ramiro Mafla, quien “se dedica a aplicar las corrientes actuales de educación y técnicas renovadas”.
A sus 95 años, la mujer, pequeña y de ojos vivaces, prefiere no usar anteojos. Dirige activamente el plantel que creó en 1972. En esa época, el Andino era una casa modesta que acogía a 35 alumnos. La institución creció y hoy tiene 900 estudiantes.
Ese logro apenas era imaginado cuando Carrillo ingresó por primera vez a un aula. “Tenía 8 años. En ese tiempo no había ni prekínder ni kínder”, anota con lucidez. Aún recuerda a Hortensia Granja, su primera maestra, y a Mercedes Herdoíza, quien le enseñó la importancia de la ortografía y de la gramática.
De Píllaro, donde nació en 1914, se trasladó a Quito para estudiar la secundaria. “Todos mis hermanos llegábamos a la casa de un tío que era sacerdote”, comenta. A los 12 años ingresó al Normal Manuela Cañizares y su vocación de profesora no cesaría. Ya no dicta clases, pero imparte su experiencia.
En esas aulas también estudió Germán Escobar, actual inspector del colegio. A sus 19 años, ella lo contrató para que fuera docente. “Es una mujer digna de admiración, siempre fue justa con sus empleados”, reconoce.
Pero Escobar no fue el primero de su familia en conocerla. Su madre, Piedad Molina, de 67 años, asistió a sus clases en el Normal Manuela Cañizares.
Allí, Rogelia Carrillo también fue rectora y profesora. Formó en pedagogía a cientos de maestras. Una de ellas es Yolanda Burbano, de 69 años. “Desde que la conocí (hace 54 años) hasta hoy, ella ha sido muy exigente”.
Cuando Burbano tenía 17 años se graduó como la mejor alumna de su promoción. Por eso, 15 años más tarde, doña Rogelia la contactó para que enseñara en el Colegio Andino. “Ella me dijo: ‘ven a trabajar conmigo porque tú tienes vocación”.
La mujer la admira por fundar planteles vespertinos como el Ciudad de Cuenca (1957) y nocturnos como el Manuela Cañizares (hoy Gabriela Mistral). La idea de crear esos centros nació tras un viaje de Carrillo a Uruguay y Argentina, con una beca de la Unesco, en 1954.
Muchas maestras y empleadas que hoy están jubiladas la visitan en su despacho. Alina Rubio, de 89 años, mantiene el contacto aunque ya no sea la colectora de la institución. Sentada junto a su amiga Rogelia, la mujer de cabello blanco recuerda que el próximo 1 de octubre las dos estarán de cumpleaños. “Siempre festejamos solitas en el Swissôtel, para que no nos cueste”, bromean, mientras comparten una charla de mediodía.
Han pasado 75 años desde que Rogelia Carrillo empezó en la docencia y mantiene su convicción. Ser maestra es la “profesión más noble. Abre horizontes en las mentes de los niños”.
La ficha técnica
Título: ‘Escolar Ecuatoriano’
Autores: Rogelia Carrillo y Fanny Aguirre
El libro fue creado, en 1947, por Rogelia Carrillo y Fanny Aguirre, pero las siguientes ediciones fueron elaboradas por Carrillo, para varias generaciones.