La parte alta de Alao es una importante zona de recarga hídrica. Fotos: Raúl Díaz para EL COMERCIO
El agua cristalina que brota de las vertientes que alimentan a los ríos Alao y Maguazo es el tesoro protegido por los habitantes de nueve comunidades de Pungalá y Licto, dos parroquias de Riobamba. Esas vertientes abastecerán de agua a la ciudad a partir de febrero del próximo año.
Las vertientes están situadas en la parte alta, hasta a 4 000 metros de altura, en el páramo que colinda con el Parque Nacional Sangay. Allí no hay sembríos, pues la gente respeta el límite de la frontera agrícola, también hay una mínima presencia de ganado vacuno y caballos, y las orillas de los ríos están protegidas con especies nativas como yaguales, tilos, quishuares, entre otras especies endémicas de la zona.
El agua, unos 200 litros por segundo, se captará en el trasvase Alao – Maguazo, que actualmente está en construcción y que se inaugurará en febrero del 2019. Esa obra requirió una inversión que supera los USD 33 millones.
Especies nativas. Yaguales, tilos, quishuares y otras especies de árboles se plantaron en las cuencas.
“Antes teníamos la costumbre de quemar los páramos, los antiguos decían que es una forma de atraer la lluvia, además, los animales se alimentan de los brotes. Pero cuando vimos que el agua empezó a disminuir nos preocupamos y ahora sabemos que no podemos hacerlo”, cuenta Manuel Apuango, presidente de la comunidad Shullidiz.
En ese pequeño poblado, conformado por casas dispersas entre las lomas, habitan unas 76 familias que se dedican a la siembra de papas, habas y mellocos, en las partes bajas de la montaña, y en las partes altas se dedican a la producción de leche. Ellos empezaron a involucrarse con el cuidado de los páramos hace unos cinco años, cuando un incendio acabó con más de 800 hectáreas de pajonales y un remanente de bosque nativo.
La restauración de la cubierta vegetal tomó tiempo, pero volvió a cubrir de verde las montañas de Alao, y el caudal del río volvió a crecer. El agua que nace en esa zona casi no tiene contaminación externa y llega hasta la fuente de captación a través de ríos.
Los comuneros transitan diariamente por los senderos, a lo largo de los ríos. Ellos piden mantenimiento vial.
La infraestructura que se construyó en Maguazo tiene la capacidad de captar hasta 500 litros de agua por segundo y fue diseñada para generar un impacto ambiental mínimo.
Los taludes fueron recubiertos con mallas temporales, que luego se mimetizarán con el ambiente, su función es evitar que los sedimentos lleguen al río. Una característica importante del proyecto es que no requerirá consumo de energía eléctrica.
“Cada detalle de la obra respeta parámetros ambientales estrictos. Las tuberías quedarán enterradas, la vegetación natural cubrirá los taludes y el agua continuará su ciclo natural”, dice Dionicio Vera, fiscalizador ambiental de Ivicsa, una consultora española que supervisa la obra.
El objetivo es abastecer a Riobamba de agua hasta el 2040. Pero las comunidades tendrán la responsabilidad de conservar las vertientes y cuidar el caudal.
El trasvase Alao Maguazo permitirá que en Riobamba haya agua durante 24 horas. Además, abastecerá zonas que antes no contaban con el líquido vital.
“Nos preparamos para iniciar una consultoría sobre proyectos de cuidado ambiental que se enfocarán directamente a las comunidades propietarias de los páramos. A mediano plazo las comunidades se beneficiarán”, explica Mauro Bayas, técnico de la Unidad de Obras Públicas.
Entre tanto, la socialización del proyecto avanza en las nueve comunidades que custodian y protegen los páramos.
“Nosotros estamos comprometidos con el cuidado de la naturaleza. Sabemos que nuestros hijos serán los beneficiarios”, dijo Manuel Tene, habitante de la comunidad.