Las rayas de agua dulce, en peligro

Raya ocelada. La Potamotrygon motoro es la única especie de raya de agua dulce que aún se encuentra estable en la zona estudiada.

La pesca podría representar un problema para las rayas de agua dulce del río Paraná. Un estudio publicado este mes, en el sitio Biological Conservation, muestra una disminución de estos animales en las zonas con mayor presión pesquera.
Luis Lucifora, autor principal de la investigación, explica que lo más novedoso del trabajo es que, si bien era conocido que numerosas poblaciones de tiburones y rayas están en disminución, toda la evidencia provenía de especies marinas.
Por eso, la mayoría de estas están catalogadas como: “Deficiente de Datos” en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
El biólogo argentino y miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (Conicet) cuenta que empezaron a trabajar en el proyecto desde el 2009. Decidieron enfocarse en esta especie, ya que junto con los tiburones, son un “buen indicador” del estado general de un ecosistema.
Tanto su reproducción como su crecimiento se dan a un ritmo lento. Esto hace que sean los primeros en desaparecer cuando se detecta una explotación o pérdida de hábitat en un ambiente acuático.
Para el análisis, utilizaron los datos recopilados desde el 2005 por la Dirección Nacional de Pesca Continental de Argentina. Este organismo recogía muestras en el agua para evaluar el comportamiento de otras especies, pero en el proceso también pescaba rayas.
Los investigadores tomaron los datos y analizaron la abundancia de estos animales capturados. Los resultados reflejaban una tendencia decreciente en el río Paraná medio y bajo. El problema en este punto era que en los datos no se especificaban las especies de rayas de agua dulce capturadas.
Desde el 2011 empezaron a guardar los ejemplares capturados en una colección científica y eso permitió dividirlos. A partir de esto, pudieron identificar que había una disminución del 25% cada año, en cinco de las seis especies de rayas que se encuentran en esta zona. Únicamente la ocelada fue clasificada como estable.
Para determinar la causa, los investigadores analizaron una técnica empleada por los pescadores. Cuando capturan a uno de estos animales, dice Lucifora, generalmente le cortan la cola para poder manipularlo. Como muchas ocasiones no son rayas lo que buscan, las vuelven a botar al río.
Lucifora y su equipo contabilizaron el número de rayas con cola cortada en distintas localidades. Al analizarlas concluyeron que, mientras más proporción de rayas sin cola, menor era la abundancia de las especies. Es decir, los lugares con mayor presión pesquera registraron una menor presencia de estos peces.
Los resultados se relacionan con un estudio previo realizado en el río Paraná, que se enfocó en la raya gigante, una de las dos especies que más preocupa a los especialistas. En este caso se evidenció que la pesca afecta a estos animales, incluso más que otras amenazas, como la modificación en su hábitat.
Aún se desconoce la situación en otros ríos, sostiene el biólogo argentino, por eso no se puede asegurar que están en peligro de extinción. Su preocupación, además de la raya gigante, es la Potamotrygon shuemacheri, ya que hay muy pocos ejemplares en el mundo y es endémica de la zona.
En América del Sur se estima que existen alrededor de 32 especies de rayas de río. Fredy Nugra, biólogo y curador del museo de la Universidad del Azuay, explica que en el Ecuador se está trabajando en un estudio para identificar el estado de los peces de agua dulce.
Hasta el momento -cuenta- se ha realizado un trabajo extenso sobre las especies de agua salada, pero no hay una guía completa y actualizada de las de río.
En este trabajo participan varias instituciones educativas e investigadores internacionales. Se prevé que se publicará este año. Para Nugra, es indispensable tener más controles en la pesca de las rayas que se concentran en la cuenca del río Napo, Pastaza y en la parte baja del río Santiago.
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