De niños, Verónica Zaldumbide y Diego Vargas, de 34 y 32 años respectivamente, no soñaron con ser profesores. Tampoco fue su elección al decidirse por una carrera.
Ella es tecnóloga en Sistemas de automatización, graduada en el Instituto Tecnológico Sudamericano. Él siguió Turismo Ecológico, en la U. Central.
Pero ahora los dos coinciden en una lista de 18 720 finalistas del Concurso Quiero ser maestro, al que el Ministerio de Educación convocó en julio del 2013. El llamado fue a profesionales de todas las disciplinas.
A los ganadores de la primera fase se les llama ‘elegibles’ porque superaron tres pruebas: psicométrica o de razonamiento, de personalidad y de conocimientos, en 16 disciplinas. Están cerca de conseguir una plaza de 20 384 disponibles para ingresar al sistema público.
Serán la sangre nueva en las aulas.
La edad promedio es de 45 años ahora. Son quienes reemplazarán a más de 11 000 jubilados el año pasado. Y también a los maestros que trabajan a contrato (hasta diciembre pasado eran alrededor de 48 000). Según el ministro de Educación, Augusto Espinosa, tienen casi el 100% de probabilidades de ganar la partida. Hay más vacantes que elegibles.
Les resta seguir dos pasos: dar una clase demostrativa y acreditar con documentos los títulos que tienen. En febrero recibirían nombramientos provisionales. Ambos ya trabajan para el sistema fiscal con contrato, por lo que ganan menos de USD 500. Están casados, tienen hijos. Ninguno cuenta con casa propia. Quieren estabilidad. Pero dicen que buscan más que eso: les gusta enseñar.
Sus historias muestran que se puede encontrar la vocación en el ejercicio, opina Salua Almeida, jefa del Departamento de Orientación de la UTE. Pero ella apunta que la docencia es una tarea muy delicada, que exige que se profesionalicen.
La orientadora les recomienda encontrar un estilo, porque su principal recurso didáctico es su voz y su habilidad para tratar con chicos en formación.
Verónica encontró su vocación de maestra en un centro de capacitación, en donde la contrataron para familiarizar a los alumnos del Colegio Dillon con la informática.
Luego le pusieron a cargo del personal del Manuela Cañizares, donde se graduó. Así que pudo cambiar de papeles: enseñarle el mundo de la computación a Sonier Lasso, su exprofesora de mecanografía, por ejemplo. “Me dijeron que sabía cómo llegar al alumno”, recuerda. Apenas hubo una vacante la llamaron, para que trabajara a contrato. Ahora labora en esas condiciones en el Colegio Amazonas, sur de Quito.
A ella sus exmaestras le daban ‘tips’: no ingresar al aula como si pidiera permiso sino con autoridad; saludar en voz alta; al escribir en la pizarra no dar la espalda a sus alumnos…
Pero eso no es suficiente para Teodoro Barros, ex-rector del Colegio Benalcázar y exdirector Nacional de Educación.
“Necesitan aprender didáctica, metodologías y algo de psicología“.
Verónica está ilusionada. Los sábados sigue una licenciatura en Informática, a distancia, en la U. Central. Las clases son los sábados, de 07:00 a 18:00, va en séptimo semestre, son 10. Su esposo la ayuda a cuidar a su hija Samanta, de 7 años. Luego de graduarse quisiera estudiar una maestría.
Diego Vargas también desea prepararse más. Siguió Turismo Ecológico en la Facultad de Filosofía de la Central. No encontró trabajo en su profesión y se dedicó a dar clases en un plantel privado, en el 2010. Y lleva dos años con contrato en el Colegio Rafael Larrea, en El Tejar. Es profesor de Ciencias Naturales del octavo de básica.
“Puedo detectar cuando un alumno tiene problemas. Uno, que a veces no hace sus tareas, me ha contado que sus padres son alcohólicos”, relata.
Esa posibilidad de entender a los jóvenes y enseñarles lo que sabe le engancha. Le gustaría prepararse más en Biología. Pero es padre de dos hijos: Nicolás, de 6 años, y Valeria, de 3. Para redondear sus ingresos compra y vende autos usados, los fines de semana. El último que vendió fue un Fiat de 1993.
Entre 1996 y el 2006 no se crearon masivamente partidas docentes. Solo la muerte o el retiro dieron lugar al remozamiento del Magisterio. En el 2006, con el estímulo para la jubilación de USD 12 000 (hoy 47 000) se logró convocar a un concurso con 12 000 vacantes.
No olvide Desde el 1 de febrero se abrirá de forma permanente el Concurso Quiero ser maestro. Los docentes pueden inscribirse cualquier mes del año.
Hay vacantes desde inicial al 7° de básica general, CC.NN., lengua, sociales, ciencias exactas, lenguas ancestrales, educación física y artes.
La convocatoria no se hace para que los maestros ganen un lugar en un determinado establecimiento. El sistema ahora es por circuitos.
El Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineval) toma las pruebas a los docentes inscritos, en la primera fase del concurso.
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