Lilian Dalfo y Lorena Valdés, de Aprocane, participaron en una feria en Las Palmas. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO
Barras de chocolate puro o mezclado con leche y azúcar, y bombones de chocolate con licor. Estos son los tres productos derivados del cacao fino de aroma que elaboran las mujeres que forman parte de la Asociación de Productores de Cacao del Norte de Esmeraldas (Aprocane).
La agrupación está ubicada en la parroquia Maldonado, del cantón Eloy Alfaro, en el norte de la provincia.
En total son 650 socios que pertenecen a esta organización que ya no solo se dedica a la exportación del cacao como materia prima a Suiza. Allá llegan hasta 200 toneladas de cacao cada año.
Para mejorar los ingresos económicos de las familias, un grupo de 32 mujeres emprendió en la elaboración de barras de chocolate.
Actualmente las artesanas hacen chocolates que tienen un 70% de cacao fino y un 30% de azúcar. Esa presentación se oferta en una caja verde.
Otra de las alternativas de chocolate contiene 50% de cacao, 25% de azúcar y 25% de leche. Esta se distingue por una presentación de color rojo.
Las artesanas también elaboran bombones de chocolate con leche, azúcar y unas gotas de licor.
El cacao fino de aroma que utilizan las integrantes de esta asociación se cultiva y se cosecha en el norte de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO
La elaboración de barras y bombones de chocolate empezó como un proyecto piloto con la utilización de un quintal de cacao. De allí salieron
2 500 barras de 50 gramos, cada una, que ya se comercializan en Quito e Ibarra.
En los paquetes verdes y rojos de las barras está una marimba, como símbolo de la cultura afro, para dar identidad a la marca del chocolate del norte esmeraldeño. Cada una cuesta USD 2.
Las mujeres de esta asociación se encargan de la siembra, cosecha, tostado y elaboración de la pasta del cacao. Este trabajo se hace en Maldonado (norte de Esmeraldas), donde hay un centro de acopio. Esa materia prima se traslada a Guaranda, donde se preparan los productos elaborados.
La proyección del grupo es aumentar la producción de acuerdo con la demanda del mercado local y nacional. “La rentabilidad del producto va a mejorar las condiciones de vida de quienes creemos en el campo”, señala Yolanda Ayoví, una de las productoras.
A través de la Mesa de Cacao de la Prefectura de Esmeraldas se han impartido capacitaciones a las 32 socias, con quienes han elaborado planes de negocios e intercambio de experiencia con otras asociaciones de cacao en el país.
Lilian Dalfo, secretaria de Aprocane, explica que apostaron a los nuevos productos, porque la exportación de la materia prima ya no les resultaba tan rentable.
En los cantones San Lorenzo y Eloy Alfaro hay socios de 22 comunidades afros, pero también participan indígenas de las nacionalidades Chachi y Awá, a quienes se les garantiza la compra del cacao.
Dalfo asegura que la materia prima se paga a buen precio. Un quintal de cacao fermentado cuesta USD 45 y el seco USD 110. La compra se concreta en las mismas fincas.
Aprocane trabaja desde noviembre del 2000 con el objetivo de incentivar al pequeño agricultor de la zona norte para así recuperar la tradición ancestral de la siembra del cacao.
Carlos Bastidas, responsable de la Mesa de Cacao de la Prefectura de Esmeraldas, dice que los agricultores de estas zonas ahora reciben la semilla y capacitaciones, para garantizar la producción en un lugar donde inicialmente producían con técnicas ancestrales.
Productores, como Presbítero Caicedo, combinan las técnicas de siembra modernas con sus conocimientos ancestrales, para el cuidado de sus
5 hectáreas de cacao.
La cosecha del cacao fino de aroma en San Lorenzo y Eloy Alfaro bordea las 3 hectáreas por productor. De allí sale un promedio por hectárea de 6,5 quintales cada año.
La Prefectura también ha realizado un censo en estas localidades, para luego entregar plantas de cacao y aumentar la producción hasta en nueve quintales por hectárea al año.
Para las emprendedoras, la organización ha sido importante, porque en los últimos 10 años han podido vender su imagen como exportadores, pero ahora intentan aprovecharla para surtir el mismo mercado pero con los nuevos productos elaborados.
La meta de las mujeres productoras es ampliar o aumentar la cantidad de compradores de sus barras de chocolate. La idea es agregar nuevas formas de presentación o combinar las preparaciones del chocolate con otros ingredientes, más cautivadores.