La medicina ecuatoriana en el siglo XXI es una producción de la Academia Ecuatoriana de Medicina con el apoyo de la Universidad Andina Simón Bolívar y la Corporación Editora Nacional. Foto: cortesía.
Es cierto que el conocimiento académico y las prácticas profesionales de las instituciones no son, vale decirlo, los únicos recursos que una sociedad tiene para construir una vida saludable y luchar por la salud.
Sin embargo, no hay duda de que la medicina es una vertiente fundamental de esa tarea, tan necesaria y urgente en un mundo pleno de prácticas y espacios malsanos.
Conocer la salud, comprender sus problemas más acuciantes, explicando todo lo que han hecho los/las profesionales ecuatorianos para defender la vida de sus pacientes y de las comunidades donde trabajan, es un desafío mayor que rebasa los informes técnicos y las frías estadísticas. Es indispensable conocer con profundidad lo que hacemos y por eso propusimos este ambicioso proyecto editorial.
La idea era producir una obra de consulta para profesionales, estudiantes, periodistas, estudiosos de la salud, que se denominaría La medicina ecuatoriana en el siglo XXI, cuyos materiales debían organizarse alrededor de tres tomos: uno dedicado a “la clínica y diagnóstico”; un segundo sobre “la cirugía y el intervencionismo” y un tercer tomo que abarcara “las ciencias de la salud colectiva y terapias integrativas”.
La principal motivación que desencadenó el apoyo de la directiva de la Academia Ecuatoriana de Historia y de los colegas que se fueron sumando al proyecto era mostrar al país el complejo conjunto de acciones diagnóstico-terapéuticas, de prevención, de investigación, docencia, que realizamos en los espacios público y privado.
Cirugía en el Hospital Metropolitano. El segundo tomo aborda los avances quirúrgicos logrados en este siglo. Foto: cortesía
Para hacerlo, había que escoger entre distintos énfasis: sea una mirada técnico-estadística que diera prioridad a los indicadores de servicio; o un enfoque médico tecnológico que destacara el avance y sofisticación de los equipos e instrumentos; o un enfoque bibliográfico que midiera los indicadores de producción científica y publicaciones; o, finalmente, un enfoque de efectividad que explorara la capacidad resolutiva de las especialidades médicas en relación con los problemas de salud más importantes.
En el proceso llegamos a distinguir tres vías para explicar el estado de la cuestión médica nacional. La primera, establecer para cada tema una breve historia basada en testimonios institucionales o personales. La segunda, documentar el grado de sofisticación tecnológica de los equipamientos y protocolos logrados. Y la tercera, descifrar los logros alcanzados frente a las demandas actuales de nuestra sociedad, contextualizándolas frente a las condiciones económicas, políticas y culturales que han determinado el ejercicio de los especialistas y el poder resolutivo en distintos escenarios de la práctica médica.
El resultado sería una herramienta para mostrar nuestro compromiso con la vida. Han sido 177 reconocidos especialistas los que produjeron los 55 capítulos y 10 contribuciones especiales repartidos en los tres tomos, a lo largo de 1 247 páginas.
La medicina ecuatoriana en el siglo XXI es un testimonio contundente del trabajo digno, académico, sacrificado, social y humanamente responsable realizado por nuestros profesionales. Es una muestra del exigente trabajo que realizan, muchas veces a costa de su propia salud -como se demuestra en uno de sus capítulos-.
La obra viene a ser, sin quererlo, un mentís a los políticos o a los comerciantes del derecho que han buscado crear dudas sobre la práctica y la ética profesional, confundiendo a la opinión pública, para justificar la imposición de normas persecutorias que victimizan el trabajo médico y le obligan a blindarse tras de costosas pólizas.
Cada tomo está precedido de un capítulo panorámico inicial que sintetiza las contribuciones de los respectivos autores, destacando sus principales logros y tendencias. Es imposible resumir en este breve texto toda la amplitud y a la vez profundidad de la obra médica nacional.
Los capítulos que se despliegan en los tres tomos demuestran no solamente el esfuerzo de muchas décadas que cada grupo de especialistas ha debido poner para colocarse al día de las ciencias de la salud contemporáneas, sino en varios casos para colocarse a la vanguardia de los avances de la salud en el mundo.
Aquí, en esta notable compilación de la tarea médica nacional, se registra el esfuerzo de los y las colegas del país y se adelanta así una valiosa información para un próximo congreso médico ecuatoriano, que asuma de modo proactivo el reto de formular una agenda bien sustentada para un programa de fortalecimiento del quehacer en las especialidades y que ofrezca recomendaciones precisas para la superación de nuestras falencias.
En buenas cuentas, la obra presenta un representativo abanico del quehacer médico nacional. Destaca varios campos en los que la medicina ecuatoriana ha ofrecido contribuciones originales con resonancia internacional.
La obra nos deja, además de sus ilustrativos contenidos, una lección fundamental: entender que el desarrollo de la medicina no es un proceso lineal y mecánico de acumulación de actualizaciones, innovaciones y éxitos individuales descontextualizados, sino que, por el contrario, hay una determinación social del conocimiento y una razón de ser igualmente social para lo que hacemos.
En estas páginas se despliega, entonces, la ruta seguida en ese compromiso de quienes generaron una obra, que, más allá incluso de los principios hipocráticos, avanza para mostrarnos lo logrado en la forja de un ethos moderno de la profesión.
Entregamos a las nuevas generaciones un inventario básico de lo que hemos logrado, pero también una ponderación inicial del camino que falta por recorrer.
*Médico, investigador, expresidente de la Academia de Medicina. Artículo basado en el prólogo de la obra.