El machete y el gancho identifican al montuvio

El montuvio manabita se identifica de los demás por el uso de herramientas para trabajar en el campo. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

El montuvio manabita se identifica de los demás por el uso de herramientas para trabajar en el campo. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

El montuvio manabita se identifica de los demás por el uso de herramientas para trabajar en el campo. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

El machete es uno de los instrumentos que identifica al montuvio. Este grupo étnico de la Costa del Ecuador le da un variado uso, pero siempre la tiene presente en las actividades en el campo y en la vestimenta típica del hombre.

Según un estudio realizado en el 2010 por el Consejo de Desarrollo del Pueblo Montuvio de la Costa, la relación del montuvio con los animales y la tierra hizo que el hombre convierta al machete en su prin­cipal herramienta.

Esta parte se complementa con prácticas culturales como el lenguaje, los amorfinos, su vestimenta y el sombrero. En las fincas y haciendas se lo emplea para desbrozar la hierba y desmontar diferentes frutos de árboles.

Pero en medio de esas labores, surgió otro instrumento que con los años se volvió una característica adicional a la tradición de usar el machete.

Se trata del gancho, también conocido como ‘garabato’, que es un madero que tiene una suerte de mango y en su punta la forma de un anzuelo. A la hora de podar el monte sirve para retirar los tupidos matorrales del área de trabajo.

Es como una extensión de la mano que permite voltear la hierba para encontrar su raíz y así erradicarla por completo, como lo explica Jorge López, habitante del sitio La Crespa, en el cantón Flavio Alfaro, en la provincia de Manabí.

Esta herramienta mide 75 centímetros de largo y, por lo general, es el resultado de una tala del madero guayacán.

López cuenta que es fuerte y no se resquebraja con facilidad. Incluso sirve para verificar si en el terreno de trabajo hay algún animal extraño que pudiera atacarlos. Siempre se encuentran culebras o cuevas de armadillos.

El machete y el gancho no han podido ser apartados por las nuevas herramientas que se disponen para la agricultura.

Las motoguadañas, por ejemplo, si bien facilitaron las labores para podar la maleza aún tienen un uso limitado, asegura Virgilio Quimí, dirigente de la Asociación de Montuvios 9 de Noviembre.
Esto, porque las desmalezadoras utilizan combustible para su funcionamiento. Y eso no siempre está al alcance y en las posibilidades económicas de todos.

Es por eso que el machete y el gancho siguen liderando la actividad en el campo, agrega.

El costo de esta herramienta es uno de los factores que permite que su uso sea continuo. El valor de un machete nuevo es de USD 35 y uno usado puede costar hasta 19.

El montuvio hizo de esta herramienta una forma de tener empleo constante.

Para ellos el trabajo es un indicador de salud, mientras que el dolor, la falta de apetito y la pérdida del vigor es un indicador de enfermedad, según el estudio del Consejo de Desarrollo del Pueblo Montuvio.

“Esto revela a más de su espí­ri­tu laborioso, su relación con el concepto de salud pública que lo aproxima al bienestar”.

Alberto Miranda, director de la organización Fortaleza de la Identidad Manabita, cuenta que el hombre recorre las fincas y las haciendas ofertando su mano de obra. “Y como se trata de un jornal relativamente barato no hay quien se quede sin trabajo”.

Por ejemplo, por el desbroce de maleza de un terreno se paga hasta USD 30 el día.

O hay quienes ‘aseguran’ la semana de trabajo hasta por USD 200.
Jorge Alcívar, habitante del cantón Chone, encontró trabajo en una hacienda en la que lo contrataron para podar la maleza de una hectárea.

El pasado lunes pidió la colaboración de dos amigos para terminar pronto las labores. La hierba superaba el metro de altura y era necesario hacer un esfuerzo mayor.

La fricción del mango del machete sobre sus manos hizo brotar al final del día las callosidades, que no escapan a los efectos de las extenuantes jornadas en el campo.

No solo las molestias en la piel son el resultado de usar con frecuencia el machete. El sol y las variaciones del clima exponen al montuvio a padecer algunos problemas.

Es por eso que se protegen con camisas mangas largas y sombreros de toquilla o gorras.

Es la vestimenta típica del hombre manabita, que no la descuida ni siquiera cuando está en la hierba, comenta Renán Álava, defensor de la cultura y tradiciones manabitas.

La camisa de algodón de manga larga, abotonada hasta el cuello, y el pantalón de tela son primordiales.

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