Los integrantes de la agrupación Huracán Amazónico, de Sucúa, hacen música, danza y elaboran artesanías. Foto: Lineida Castillo / el comercio
Su principal actividad es la música autóctona, pero la agrupación shuar Huracán Amazónico también ofrece danzas folclóricas, artesanías y rituales ancestrales en los pueblos y ciudades adonde llegan con las presentaciones artísticas.
Saúl Chiqui Chiriap, de 27 años, es el cantante y lo acompañan Giomara Guapotri, Lorena Yuma, Lady Pinchupá y Lisseth Cayap en las danzas. Además, involucra a su familia y a varios vecinos de la parroquia Asunción, en el cantón Sucúa, Morona Santiago, en la elaboración de artesanías con semillas y fibras vegetales.
Chiqui empezó a cantar a los 12 años en la escuela y otras comunidades de su cantón. Un año después tuvo su primer contrato en el cantón Palora. Le pagaron USD 100 y fue una motivación para incursionar en la música amazónica.
Huracán Amazónico empezó en el 2014 y tomó ese nombre porque mientras filmaban un video, a orillas del río Tutanangoza (Sucúa), se produjo un ventarrón y un remolino en el torrente del afluente. Los trajes amontonados y el escenario se elevaron por el aire.
Con ese nombre empezaron a crear temas y a difundir sus producciones, que llevan mensajes de armonía, respeto, exaltación a la mujer, agradecimiento a la Tierra y alegría. Hasta en la vestimenta hay un rescate y mensajes de la riqueza cultural del pueblo shuar.
Las danzantes visten el traje típico y accesorios con mullos, plumas de aves y semillas de plantas. Llevan líneas pintadas en sus rostros que representan la fuerza y el poder que les otorga su dios Arutam.
La imagen de Chiqui como artista es la de un guerrero y sabio. En su rostro y vestimenta busca transmitir un lenguaje visual, que transporta al espectador a la selva por los íconos y figuras de animales como el jaguar, el águila y la anaconda.
La naturaleza y la vida del pueblo shuar son parte de su repertorio. Canta música amazónica, tecnocumbias y sanjuanitos, pero se destaca con la primera, porque revaloriza la lengua de su etnia.
Chiqui tiene más de 15 temas de su autoría, como La Mocita, Linda guambrita y Shira Numa (Mujer Hermosa). Esta última canción la escribió inspirado en una mujer, que le tenía miedo por ser indígena y lo vinculaba con la tzantza o reducción de cabezas.
Entre el repertorio del 2018 y el 2019 están Parque Yasuní, Qué libre mi selva y Yajanua (Lejanas tierras). Para Carlota Chiriap, rescatar su música, las costumbres y tradiciones les mantiene unidos.
Ella es madre de Saúl Chiqui y artesana conocida en Asunción. Tiene 62 años y desde niña elabora bisuterías y adornos en semillas de plantas y fibras vegetales. Sus siete hijos y varios jóvenes de la parroquia aprendieron de ella.
El grupo también elabora tambores, flautas en carrizo, cántaros, recipientes, taburetes y lanzas, con figuras ancestrales de animales como la tunda, tortuga y boa.
Con estas obras han llegado a los pueblos y ciudades de la Sierra y la Amazonía, donde se ha presentado Huracán Amazónico. “Nuestro objetivo es que los espectadores conozcan toda la riqueza de nuestro pueblo shuar”, señaló la artesana Rosalía Pinchupá.
Adicionalmente, han difundido su arte en poblados del norte del Perú, como Galilea, San Juan y Alto Corriente.