Daño en rocas de Ingapirca es irreversible

El complejo de Ingapirca se ubica en el norte de Cañar. El año pasado recibió cerca de 120 000 visitantes. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO

Los daños no se detienen en las rocas que forman el complejo de Ingapirca, ubicado en el norte de Cañar. Las condiciones climáticas y ambientales han afectado a la edificación, patrimonio arqueológico más importante del sur del Ecuador.
La roca es andesita y proviene de erupciones volcánicas. Cuando esas piedras absorben las gotas de lluvia y humedad del ambiente, que son propias del clima de la parroquia de Ingapirca, se abren pequeñas grietas y la corteza se desprende paulatinamente.
Ese desgaste se califica como cáncer de la piedra y es irreversible, dice Napoleón Almeida, arqueólogo del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), en el Austro.
Según él, pese a esa condición se ejecutarán trabajos para frenar el deterioro. El Instituto cuenta con un diagnóstico, que realizó la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Senescyt). Con ello, se iniciará la recuperación de las partes afectadas a excepción de la elipse, donde se requieren más especificaciones técnicas.
Durante dos años, los expertos hicieron análisis históricos e iconográficos. También captaron imágenes en tres dimensiones, inventariaron las piedras e identificaron la técnica de construcción y qué materiales se utilizaron, señala Mónica Quezada, directora regional del INPC en el Austro.
Las 3 600 rocas que forman el complejo fueron examinadas y las muestras fueron estudiadas en laboratorios del país y del exterior. Se hallaron varias patologías o afectaciones que requieren una intervención.
De acuerdo con los estudios hay zonas más deterioradas: como la base y las paredes de la elipse, donde son más visibles los desprendimientos de la corteza de las rocas. La elipse también tiene problemas estructurales.
“Una de las características de la construcción es que las piedras fueron encajadas sin amalgama, pero ahora tienden a separarse”, dice Almeida.
Desde el 2012, el INPC trabaja en los problemas que no requieren estudios a largo plazo, como el mantenimiento del camino de acceso a la cara del Inca, una roca que está en el área de influencia del castillo.
Para restaurar el complejo hay un plan de emergencia y otro de largo plazo. El primero empezó el mes pasado con la limpieza de las rocas en las inmediaciones de la elipse.
El segundo se ejecutará en la estructura principal, pero según la gerenta del complejo, Mónica Bolaños, el informe dice lo que se debe hacer, pero también recomienda estudios complementarios para la elipse, por eso la intervención esperará un poco más. “Aún no se conocen las especificaciones técnicas”.
El equipo de conservadores actuará de acuerdo con el daño del área. En algunos espacios se trabajará en prevención para evitar nuevas afecciones y luego empezará la restauración.
No es la primera vez que se interviene en Ingapirca. En los últimos 20 años, las rocas originales fueron reemplazadas por otras de las mismas características. Eso ocurrió en la plaza ceremonial, las bodegas, los baños y una parte de la elipse.
Según Quezada, los recursos son insuficientes para conservar el patrimonio. La visita de los turistas genera ingresos por USD 250 000 al año. El 40% del presupuesto se destina a gastos administrativos; el resto a investigación.
Además, desde hace tres años, el complejo recibe USD 2,7 millones en total de la Senescyt, para investigación.
Los habitantes del sector piden ser incluidos en la administración. Según Édgar Sigüencia, presidente de la Junta Parroquial, presentaron una propuesta para formar una veeduría del complejo, situación que ahora se dialoga con el Instituto de Patrimonio.