La oferta editorial de textos de desarrollo personal sigue vigente. La búsqueda de la dicha se aborda desde varias aristas. Foto: Pexels.
En el mercado de libros en castellano, la oferta de textos de desarrollo personal, llamados también de autoayuda, tiene su ‘boom’ desde el año 2000. Antes, había pocos textos con varias ediciones, como el clásico ‘El vendedor más grande del mundo’ (primera edición de 1968), de Og Mandino, y el célebre ‘Cómo ganar amigos’ (1936), de Dale Carnegie.
Desde inicios del milenio, este tipo de literatura no ha dejado de ofrecer títulos y enfoques sobre los diversos ámbitos de los humanos, sus relaciones personales, sus finanzas y sus metas. Pero el tema de la felicidad sigue siendo el eje de la gran mayoría.
Para los lectores de esta era, ya no bastan las definiciones de los filósofos. Aristóteles, por ejemplo, creía que la felicidad era un estilo de vida: para ser feliz, había que ejercer la virtud. Su colega Epicuro, en cambio, apreciaba el aspecto terrenal y no creía que el amor era el ingrediente de la felicidad. Aunque tampoco pensaba que acumular dinero y poder generaba felicidad.
Nietzsche separaba el hecho de vivir plácidamente (la dicha) con el hecho de probar la fuerza vital, mediante la superación de adversidades y la creación de modos originales de vivir: eso era la felicidad.
Los textos actuales de desarrollo personal, por supuesto, no son tan reflexivos, aunque tiene la virtud de que ofrecen soluciones a un conflicto para todos los públicos. Y nada más público que la felicidad, tan importante que incluso tiene su día propio, que es mañana.
Uno de los ‘best sellers’ más famosos es ‘Los diez secretos de la abundante felicidad’, de Adam J. Jackson, un abogado que decidió dedicarse a las terapias alternativas. Su textos son pequeños cuentos en que reparte lecciones sobres esos ‘secretos’, entre ellos la capacidad de perdonar. “¿Por qué odiar a alguien que cometió un error?”, se pregunta.
La japonesa Marie Kondo se ha hecho célebre con su enfoque de organización. En ‘La magia del orden’ defendió la necesidad de aplicar una especie de feng shui en los clósets y repisas. Una de lasa reglas es: Almacena lo que le dé alegría. En ‘La felicidad después del orden’, Kondo habla sobre la felicidad de tener un estilo de vida simplificado, que dé el valor exacto a las cosas.
Hay autores que abordan la felicidad desde las mascotas. En ‘Corazón canino’, Ken Sewell habla sobre la felicidad compartida como base para entrenar a los perros, animales jerárquicos pero que requieren de normas claras para vivir en armonía con sus amos.
En ‘Maravillosamente imperfecto, escandalosamente feliz’, Walter Riso se opone al cliché de la excelencia, de ser parte del top ten, de ganarlo todo pero dejando los valores a un lado. Más bien, sostiene que la felicidad no está en ser el mejor. “La perfección y la felicidad son enemigos absolutos. Además que la primera no existe. ¿Qué sentido tiene buscarla?”, pregunta Riso, quien también recomienda no obsesionarse con el futuro.
Louise L. Hay, en ‘Tu felicidad empieza ahora’, se enfoca en el aspecto mental del lector, sobre todo en el uso de las afirmaciones, método que consiste en considerar las palabras como semillas que se siembran en el inconsciente.
Los clásicos tampoco pasan de moda. En ‘De la futilidad a la felicidad’, Kenneth Wapnick apela al mito griego de Sísifo para sostener que nunca seremos totalmente felices pero que se puede ser dichoso, no pretendiendo cambiar el mundo, sino cambiando la perspectiva sobre el mundo.
En fin, libros y consejos sobrarán mientras la gente siga empeñada en buscar la felicidad. Para eso estamos.