Brownea grandiceps o caña de trueno. Foto: CORTESÌA
Siete de cada diez ecuatorianos utilizan plantas medicinales. A este cálculo llegó el etnobiólogo Omar Vacas luego de 15 años de investigaciones en torno a la flora local que milenariamente se ha utilizado para curar enfermedades.
Ahora, como una suerte de una breve síntesis de gran parte de su trabajo en la Amazonía ecuatoriana, el investigador publicó el artículo ‘Algunas especies y usos de las plantas útiles en la medicina tradicional de los Kichwa del Napo’. En este texto, él expone la problemática que supone mantener viva esta información etnohistórica en un momento de cambio en la cosmovisión de las comunidades de la región oriental del país.
Desde su oficina ubicada en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Vacas amplía ciertos elementos que se han desarrollado a lo largo de estos años de trabajo de campo. Una de sus primeras conclusiones es que muchas de las veces, las comunidades amazónicas desconocen el patrimonio orgánico que existe en sus alrededores. Si bien saben a cabalidad que, por ejemplo, la boya balsa (Ochroma pyramidale) disminuye los dolores de parto, ellos no dimensionan en su totalidad cuán útil puede llegar a ser esta información para las personas que desarrollan fármacos.
Más allá de la polémica en torno a la biopiratería, Vacas analiza un hecho en concreto sobre estas plantas: el conocimiento histórico que se ha construido a su alrededor. En su artículo, él menciona 23 condiciones (padecimientos como el dolor de muelas o el reumatismo) que son superadas gracias al uso de 28 plantas utilizadas por los kichwas del Napo. En este listado se incluye flora como la uña de gato, la ortiga brava, el achiote de venda, el palo de tortuga, etc.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cerca de un 80% de la población mundial depende de medicamentos elaborados con sustancias naturales. Al respecto, Vacas señala que existe un gran bioconocimiento en las comunidades ecuatorianas que todavía falta por descubrir que puede servir como base de investigaciones de primer orden para el desarrollo de nuevos fármacos para enfermedades ampliamente conocidas.
Los especímenes presentados en esta investigación apenas son un extracto de todo el trabajo realizado por el etnobiólogo. Cuenta que en las comunidades que rodean la Estación Científica Yasuní, perteneciente a la PUCE, ha logrado estudiar a por lo menos 80 especies de plantas medicinales utilizadas por el Napo Runa.
A su criterio, las investigaciones científicas en este campo que incluyan el bioconocimiento de las comunidades servirán como base para desarrollar una medicina tradicional que vele por una mejor calidad de las personas. Afirma que en este tipo de trabajos se debe incluir a chamanes y homeópatas. “Ellos son los primeros usuarios de estas plantas y el conocimiento técnico de lo que utilizan serviría para desarrollar tratamientos más integrales”, dice.
Efectivamente, en su informe, Vacas apunta que más del 75% de estas plantas no cuentan con estudios sobre sus propiedades químico-farmacológicas. Tan solo un 10% ha sido estudiado en laboratorio para determinar su efectividad en escenarios determinados.
El etnobotánico concluye con que cerca de un 28% de las especies de plantas tienen efectos medicinales comprobados. Asegura que es posible el desarrollo de proyectos investigativos ecológicamente sustentables y que contribuyan tanto a las comunidades nativas de estas zonas como a la sociedad en general.
Omar Vacas Cruz, etnobiólogo de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Omar Vacas Cruz
Etnobiólogo de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Ha estudiado las propiedades de las plantas amazónicas por más de 15 años. Su último libro es ‘Bioconocimiento de la flora ecuatoriana’.