Fernando Iwasaki en un hotel del norte de Quito. Estuvo de paso por la ciudad para presentar su nuevo libro de cuentos ‘El cóndor de Père Lachaise’, publicado por El Conejo. Foto: Patricio Terán/ELCOMERCIO
Fernando Iwasaki ha dividido su vida profesional entre la investigación histórica, la cátedra universitaria y la escritura. En esta entrevista reflexiona sobre el erotismo, un mundo considerado un tabú.
El escritor peruano Fernando Iwasaki se ha convertido en uno de los referentes de la literatura hispanoamericana de las últimas dos décadas. En su producción literaria, que incluye libros de crónicas, ensayos, novelas y cuentos, ha explorado mundos como la historia, la política, el humor y el erotismo. Sobre este último reflexiona en una charla que sucedió hace dos semanas en un hotel del norte de Quito, a propósito de la presentación de un nuevo libro de relatos.
Para Octavio Paz el erotismo era parte de la famosa llama doble, ¿usted cómo lo definiría?
Tratando de ser fiel a Octavio Paz diría que el erotismo enriquece el amor y preserva esa llama que debe permanecer encendida y alumbrando a las personas que se aman. El amor tiene una fase de deslumbramiento, de fascinación, de novedad pero cuando las parejas o las personas que se aman van alargando su relación a través del tiempo hay que entender que surgen otras cosas. El amor se va a la vez enriqueciendo con la admiración. Creo que alguien que no admira a la persona que ama sino que solo la desea seguro verá cómo esa llama doble se apaga.
¿Por qué sigue siendo un tabú hablar del erotismo en la vida cotidiana?
No hablamos de erotismo porque toda nuestra vida cotidiana está impregnada de erotismo. Ahora el erotismo está en la publicidad, la moda o en la mensajería móvil. Las fantasías eróticas están circulando a toda velocidad por todas partes. El erotismo está diseminado como una especie de polen que lo invade todo. De alguna manera estamos disolviendo el erotismo hasta en esas diminutas expresiones. Probablemente a lo que no estamos preparados es a que se hable del erotismo con toda la carga transgresora y con toda la carga de provocación sofisticada que debería tener.
El pensador George Bataille decía que el erotismo es una forma de comunicación, ¿usted qué piensa?
Pienso que tenía razón pero también creo que la época de Bataille ya no es la nuestra. Él escribió la mayor parte de su obra en un tiempo en el que había grandes represiones; y el erotismo en tiempos de represión es absolutamente sublevante e incandescente. Hoy en día, donde no hay casi ninguna prohibición, puede ser más erótico lo que se oculta que lo se ve de forma explícita. Ahora habría que buscar en las imágenes contemporáneas aquello que Bataille asociaba al erotismo en los años 40. Hoy, un niño de 12 años va un quiosco de periódicos a comprar figuritas para su álbum y puede observar en exhibición una constelación de revistas absolutamente explícitas, algo que en mi época no había.
También está la Internet y las redes sociales.
El mundo de las redes sociales es un mundo donde el que escribe está en una zona de confort. Donde sabe que es absolutamente imposible que se materialice de forma inmediata aquello que está proponiendo e insinuando, aquello que está tratando de provocar. Muchas veces en las redes sociales funciona lo que podríamos llamar el atrevimiento pero sabemos que no vamos a tener una respuesta inmediata, porque muchas veces los que están intercambiando mensajes ni siquiera viven en la misma ciudad o país. Habría que ver a estas personas en un mismo espacio sin la comodidad de las redes sociales.
A veces se asocia al erotismo con la pornografía, ¿qué hay por fuera de esta falsa dicotomía?
El director de cine español Luis García Berlanga decía que el erotismo es el condón de la pornografía. Frase que me parece absolutamente genial porque es muy plástica. El erotismo supone que hay un límite, una barrera que no puedes transgredir porque pasas al terreno de lo chabacano, de lo sencillo y de lo explícito. En la actualidad la banalización de lo erótico y la profusión de lo pornográfico han provocado que el erotismo pierda terreno en la vida cotidiana. En ese contexto el erotismo es un territorio más que nunca del arte, de la cultura y de la elaboración intelectual.
¿Cree que el erotismo es necesariamente ritual y ceremonia?
Para una persona que no cree ni en los rituales ni en las ceremonias comprender las dinámicas del erotismo seguro es más complejo. Vuelvo a García Berlanga que decía que desvestirse es algo muy fácil. Las parejas entran impetuosamente en un sitio y lo primero que hacen es quitarse la ropa de cualquier manera. Vestirse en cambio supone una ceremonia y un ritual y para eso uno debe tener una idea de los procedimientos, de los protocolos y de la lentitud. Un ritual y una ceremonia suponen un tiempo. Ese tiempo no puede ser una cosa improvisada. Requiere una delicadeza. Por eso comer también puede ser un acto muy erótico.
Ese tiempo ralentizado que necesita el acto erótico en tiempos de la modernidad líquida parece inviable
Para mí el erotismo supone una especie de pausa, de abolición del tiempo. En la actualidad el erotismo es víctima de esa liquidez de la que habla Zygmunt Buaman, pero creo que tampoco tiene que ser algo necesariamente solido. El erotismo es una percepción, una especie de señal que uno emite y que otro tiene la capacidad de interpretar. Finalmente cada uno se erotiza con lo que quiere. Probablemente, para muchas personas mandar un emoticón guiñando un ojo y babeando sea algo irritante, pero para otras seguro es el sumun del erotismo.
¿Perdemos algo cómo sociedad si dejamos de lado el erotismo?
Hay que decir que el erotismo no solo está ligado a lo sexual. El erotismo está, sobre todo, ligado a lo vital. Por eso tiene que haber un erotismo en el trabajo, la amistad o el compromiso. Entendiendo por erotismo al eros, a una especie de estusiasmós, como dirían los dionisíacos, porque ese erotismo es lo contrario a lo tanático. Cuando Sigmund Freud habló del eros y del tánatos fue precisamente para distinguir la pulsión hacia la vida y hacia la muerte. Pensemos cuántas cosas hacemos en el transcurso de nuestra vida cotidiana solo por rutina sin erotismo ninguno, ahí perdemos.
Paz también decía que el erotismo es sed de otredad, ¿cómo funciona esa idea en tiempos donde todo apunta al individualismo?
El filósofo alemán Peter Sloterdijk ha escrito que, sobre todo, en Europa la social democracia o el socialismo ha creado finalmente al hombre que es capaz de vivir absolutamente aislado de la sociedad pero exigiendo todos sus derechos. Una especie de ser asocial que lo único que quiere es que esta sociedad le provea de todo lo que necesita pero a la que él no está dispuesto a darle absolutamente nada. Creo que este pensador va un paso más allá de lo que decía Paz. Todas las personas que construyen un yo en las redes sociales y que están constantemente informando lo que hacen, lo que se ponen, o lo que comen necesitan exhibirlo. No serían nadie si no recibieran un me gusta. El otro ahora no es el que no habla tu lengua, el que no tiene tu cultura, o el que proviene de otro lugar, ahora el otro es el que está detrás de una pantalla.
¿Instituciones como la iglesia no han mermado la capacidad que tenemos para erotizar el mundo?
Pienso que instituciones como la iglesia con todas sus prohibiciones y sus mandamientos, como el famoso no desearás a la mujer de tú prójimo, lo que han hecho es darnos material inagotable para el erotismo.
¿Es posible el vínculo entre erotismo y humor?
Para mí ese vínculo es absolutamente posible. Hay personas que piensan que el erotismo se arruina con la risa. Que no puedes, de ninguna manera, estropear el momento erótico con una broma. Con independencia de que lo amantes pueden bromear entre sí lo que quieran, para mí lo erótico y lo humorístico está en la persona que mira desde afuera. Las conversaciones entre los amantes son absolutamente cursis, ridículas, empalagosas y llenas de apodo pero en todo eso hay humor.