El romance ambientado en el siglo XIX que relata ‘Bridgerton’ se convirtió en lo más visto en Netflix. Fotograma de la serie
No está claro cuántos vieron los ocho episodios completos de la primera temporada. Pero en los 28 días posteriores al estreno en Navidad de la serie Bridgerton, el gigante del ‘streaming’ Netflix tuvo 82 millones de clics en ellos.
La cifra, que la puso en el primer lugar entre las más vistas, la volvió noticia y varios análisis, como el del periodista cultural Hugh Montgomery, de la cadena BBC, formularon variadas explicaciones. El reportero británico afirma que su llegada en medio de las cuarentenas intermitentes a causa de la pandemia pueden haber volcado las preferencias de una audiencia que “busca cosas para ver que sean reconfortantes, placenteras y no demasiado agotadoras intelectual o emocionalmente”.
Sin embargo, pocos textos disponibles en internet hacen mayor referencia al origen de la historia de amor de la bella joven casamentera y el apuesto pero enigmático duque. El drama que Shonda Rhimes llevó a la pantalla ya había cautivado por primera vez hace más de 20 años a los lectores de la estadounidense Julia Quinn, una prolífica escritora que a sus casi 51 años puede decir que sus obras han sido traducidas a 29 idiomas -seis menos que el célebre Nobel colombiano Gabriel García Márquez– y solo en su país ha vendido más de 10 millones de copias de sus novelas, que superan las 30 desde 1995.
Citada por el diario The New York Times por 19 veces entre las autoras más leídas, Quinn -cuyo apellido de nacimiento es Cutler- representa a una parte de la literatura que, si bien no es muy tomada en cuenta por estudiosos de las letras en universidades y documentos académicos, continúa vigente y adaptándose a los nuevos tiempos: los del ‘happily ever after’; en español, ‘felices por siempre’.
En los países desarrollados, hasta las más afamadas librerías las camuflan entre textos con una retórica y argumentos más cultivados, porque saben que hasta la revista Forbes, con un ‘target’ de altos ejecutivos y profesionales de alto nivel económico y educativo, tiene una sección de las obras más recomendadas en este género. Pero por décadas, el lugar donde más las han buscado sus lectores son los quioscos y las perchas de los supermercados dedicadas a las revistas de moda, decoración, farándula y autos.
Son novelas que tienen como eje una historia de amor central, pero como señala la periodista Raquel C. Pico en su blog Librópatas.com, “siempre tiene un final feliz u optimista”, donde no hay lugar para protagonistas muertos o para situaciones trágicas en la última página.
En la lengua de Cervantes, el referente más conocido fue durante el siglo pasado la española María del Socorro Tellado López (1927-2009), más conocida como Corín Tellado. Su biografía habla de casi 5 000 novelas ‘rosa’ escritas entre 1946 y el año de su fallecimiento, con 400 millones de libros vendidos.
Cruzando al mercado anglosajón, están nombres como el de Danielle Steel (800 millones de libros vendidos) o Nora Roberts (500 millones). Los argumentos de este tipo de autores -aunque una gran mayoría son mujeres- pueden incluir el apasionado encuentro entre un jeque árabe y una bella profesional occidental, pero también toman como escenario las cortes inglesas de los siglos XVII y XVIII, presentando datos históricos y detalles de alta verosimilitud, como denominador común.
Es tan poca la atención que reciben de la crítica ‘seria’ que, mientras el material audiovisual de este tipo es puesto bajo la lupa respecto de edades de los espectadores y situaciones como violencia y sexo explícito, en las tapas de estos libros no se encuentran advertencias cuando el romanticismo está fuertemente sazonado con escenas eróticas, donde la imaginación tiene muy poco espacio para trabajar.
La polémica saga de ‘50 Sombras’ llevada al cine, de la británica E. L. James, fue solo una muestra de cuán gráficamente son descritos los encuentros amorosos en este tipo de obras; no importa si están ambientadas en una metrópoli del siglo XXI o en las campiñas de la época victoriana.
Resulta obvio que alrededor de un mercado tan amplio giran amplias estructuras y serias estrategias empresariales. Cuando en el 2014 el emporio mediático NewsCorp adquirió Harlequin -una de las editoriales más famosas dedicadas a las novelas románticas- por USD 415 millones, la transacción fue vista por los analistas como una acertada maniobra para registrar un volumen de ventas capaz de hacer voltear a grandes competidores como Penguin Random House, además de ser un excelente vehículo de internacionalización.
Hay cálculos que hablan de un mercado que mueve USD 1 800 millones anuales, incluso en plena revolución digital, con lectores asiduos que compran una versión impresa o descargan un e-Book hasta tres veces por semana. Los hijos de Corín Tellado aún reciben regalías por las obras de su madre digitalizadas luego de su fallecimiento.
Google Académico muestra investigaciones que se enfocan en interpretar el rol de la mujer y la presencia del machismo en estas obras, pero no registra un estudio que intente responder por qué argumentos en esencia simples y previsibles siguen creando interés en audiencias con intereses mucho más diversos que hace medio siglo. La escritora Emily Sinclair Montague se aventura a decir que se debe a que las personas buscan “sentir eso que les hace falta”, lo cual ofrece un gran espacio para quienes pueden vender esas emociones. Y a juzgar por la expectativa en la Web tras el anuncio de la segunda temporada de Bridgerton, puede que tenga algo de razón…