El reloj marcó las 20:00 y Santiago Cruz finalmente apareció en el escenario del coliseo General Rumiñahui (Quito).
Sus fans, congregados desde las 18:30, lo recibieron con una lluvia de aplausos. Querían romance y eso tuvieron.
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Cruz arrancó su actuación con La segunda mitad. Continuó con La memoria de los sentimientos, Que tengas un bonito día, Hay una grieta en el cielo, Desde lejos; con esa última canción, uno de sus temas más cantados, los corazones rotos y olvidados se desahogaron.
Antes, ya se habían conmovido con Hay una grieta en el cielo, el tema con el que Santiago recuerda a su padre, fallecido hace 22 años. Lo interpretó iluminado por la luz de los celulares. “Enciendan sus lámparas e imaginen que en cielo hay una grieta, y que por ella puedes ver a tus seres queridos”.
Un mano a mano con Cepeda
El esperado momento llegó después de casi 40 minutos de romance. Santiago Cruz y Andrés Cepeda se encontraron en el escenario para interpretar El Gran Teatro y Baja la guardia.
Cepeda llegó luego de una interpretación fugaz de Cruz de Nuestro Juramento de Julio Jaramillo. Contó que lo escuchó durante un viaje a Quevedo y que se enamoró, así como de la comida típica de esa ciudad. Fue el comentario con el que terminó de enamorar a sus seguidores.
Cruz se despidió con el tema La canción para el fin del mundo. Dijo hasta pronto bajo una lluvia de papel picado.
Santiago Cruz durante su presentación en el coliseo General Rumiñahui. Cortesía: Kevin Granja y Jorge Sánchez
El turno de Andrés Cepeda
Después de un pequeño receso, necesario para secar las lágrimas que desató Cruz, Andrés Cepeda, uno de los compositores más románticos y queridos de Colombia, apareció sobre el escenario con Tengo Ganas, el himno de los corazones románticos. Lo hizo luciendo su tradicional atuendo y gafas negras.
Antes de continuar con su repertorio de 20 temas hizo una pausa para agradecer el cariño de la gente.
¿Con qué siguió? Déjame ir, El equivocado y Te voy a amor. La primera de estas tres canciones la interpretó con una guitarra muy especial: un regalo de sus amigos de Morat, la agrupación colombiana que pronto visitará el país.
En el repertorio de Cepeda hubo música para todos los gustos, para todos los estados de esos corazones románticos.
Enfermedad: para aquellos que creen que el amor es como un virus que se adquiere sin pensarlo y que se apropia de la piel y los huesos. Prométeme: para las personas que durante la convivencia descubren que los seres amados son de carne y hueso y tienen defectos y virtudes.
Para todos los enamorados finalmente llegó Por el resto de mi vida, una promesa de amor.
La velada romántica siguió con sus temas más clásicos, con un feat con Santiago Cruz (Día tras día) y con breves recesos para gritar: “Gracias Quito”.
Andrés Cepeda durante su presentación en el coliseo General Rumiñahui. Cortesía: Kevin Granja y Jorge Sánchez