Ecuador ocupa el puesto 10 de los países que más consumen gaseosas en América Central y del Sur. Foto: Wikicommons.
Argentina se ubicó en el primer puesto en la lista de los principales consumidores de bebidas carbonatadas a escala global, según un estudio realizado y publicado por Euromonitor International en el 2014. En tercer lugar estuvo Chile, mientras que Uruguay fue quinto.
De acuerdo con esos datos fueron ocho los países de la región que se ubicaron entre los primeros 15 consumidores de este tipo de bebidas per cápita. Ecuador no estuvo allí, sin embargo, se instaló en el puesto 10 de la lista en la que solo figuran los países de América Central y del Sur. Según las cifras, el país gaucho consumió 144,8 litros por persona, mientras que México sumó 142 litros. Ecuador llegó a los 63,8.
El consumo de esas bebidas, según la nutricionista Sara Rivera, resulta perjudicial para el ser humano ya que contienen grandes cantidades de azúcar, un carbohidrato simple que consumido en exceso puede ocasionar sobrepeso, diabetes, hipertensión… Rivera recordó que en un vaso de 250 mililitros de esa bebida hay 30 gramos de azúcar.
La recomendación de la OMS es la de ingerir hasta el 10% -azúcar- del total de las calorías consumidas durante todo el día. Un adulto promedio podría incorporar en su dieta hasta 50 gramos de azúcar. El consejo en el caso de los niños es el de consumir hasta 37 gramos.
Para lograrlo, según la también nutricionista Daniela Parreño, es importante conocer que el azúcar está presente en bocadillos, pasteles, galletas, chupetes, caramelos…
Otras de las razones para reducir el consumo de azúcar la dio la última Encuesta de Salud y Nutrición realizada en Ecuador entre el 2011 y el 2013. Allí se asegura que en todos los países en los que existen datos disponibles se ha evidenciado que los factores de riesgo que determinan la aparición de enfermedades crónicas no transmisibles son “el consumo elevado de alimentos poco nutritivos, con alta densidad energética y alto contenido de grasa, azúcar y sal”.
Dicho informe también reveló que un mayor consumo de bebidas azucaradas se da en hombres de entre 19 y 30 años, y en mujeres de entre 51 y 60 años, seguidas por las de 14-18 años. Los hombres llegan a consumir hasta 342 mililitros de esas bebidas al día.
De acuerdo con Parreño, el consumo de azúcar reduce la ingesta de alimentos ricos en nutrientes e incrementa el aporte calórico. Esto último sucede porque el azúcar, al ser un carbohidrato simple, se descompone rápidamente para ser utilizado como energía. Aquello produce que el ser humano tenga deseos de comer en un corto plazo.
Eso no ocurre, por ejemplo, con las frutas -ingeridas en su forma natural- ya que la fibra, vitaminas y minerales evitan que se consuma con facilidad, produciendo una sensación de llenura.
Es por esa razón que no se recomienda ingerir la fruta en jugo, ya que para obtener un vaso se requiere de al menos tres naranjas, lo que representaría una mayor cantidad de azúcar y de calorías. El plátano, las frutillas, las naranjas, las peras contienen fructosa, un tipo de azúcar natural, que -en comparación con la glucosa, la sacarosa o los almidones- proporciona una respuesta glucémica inferior, evitando así que el azúcar se eleve en la sangre.
Otra de las alternativas que el ecuatoriano está implementado es el uso de edulcorantes. “Puede utilizar de uno a dos sobres al día”, dice Parreño, pues el objetivo es el de educar al organismo a comer sin tanta azúcar.
Tras la demanda del consumidor, los edulcorantes están ya en gaseosas, yogures, dulces, aguas de sabor, cereales…
En el mercado existen edulcorantes artificiales, que son compuestos elaborados por el ser humano y cuyo beneficio radica en que son mucho más dulces que el azúcar común, pero con menor aporte energético, por lo que al agregarlos a una gran variedad de productos o alimentos se disminuye de forma importante su contenido de calorías, sin perder el sabor dulce.
Entre los principales figuran: Sacarina: es 300 veces más dulce que el azúcar. Según un informe es el edulcorante artificial más antiguo. La principal característica de este edulcorante es su capacidad de endulzar sin liberar ni una sola caloría. Sin embargo, la sacarina deja un desagradable sabor amargo y metálico en la boca.