Yolanda Kakabadse fundó en 1979 Fundación Natura, la primera ONG sobre asuntos ambientales. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Yolanda Kakabadse es una figura constante en la gran lucha por el medioambiente. Fascinada por las políticas públicas, en 1979 creó con un grupo de personas la Fundación Natura (FN), la primera que se encargó de estos temas y presentaba propuestas a varios gobiernos del país.
¡Era 1979! Nadie hablaba de esos temas. ¿Qué le pasaba por la cabeza en esos momentos?
No teníamos ni la más mínima idea de hacia dónde íbamos. No sabíamos qué querían decir palabras que ahora tienen tanto significado, como el mismo ambiente, conservación, ecosistema, biodiversidad. El que más sabía era Fernando Ortiz, un líder de este grupo de unas 20 personas que decidió crear esta organización. No sabíamos siquiera qué era una ONG.
¿Tanto así?
Es que no había, pues. Esos términos aparecen en el caminar hacia la creación de la ONG con Roque Sevilla a la cabeza y varios amigos de infancia, que habíamos crecido conociendo el país por influjo de mis padres.
¿A qué se dedicaban?
Mi padre era un ingeniero hidráulico y mi mamá era una intelectual autodidacta, que conocía mucho de historia, sobre todo la andina. Nos llevaban a conocer ríos, montañas, playas, gente. Insistían que conozcamos el Ecuador con todo. En el 79 ya veíamos que algo estaba pasando, que los lagos y los páramos que habíamos conocido estaban cambiando de perfil.
¿Y todo esto era intuitivo?
Absolutamente, hasta que llegó Fernando Ortiz a poner sobre la mesa el tema de que estamos destruyendo la naturaleza de Ecuador, donde hay una cantidad de especies valiosas. Él era un aventurero maravilloso y el único biólogo del grupo. Nos contaba de cosas que tal vez habíamos visto, pero no las valorábamos tanto. Ahí se crea la Fundación Natura.
¿Y qué hicieron?
Empezamos con una serie de premisas importantes. En el 79 estábamos con un gobierno militar y nunca se nos ocurrió que debíamos distanciarnos de él. Pensábamos que nuestra obligación era llevar a los gobernantes mensajes diferentes.
¿Y cómo los recibieron?
Súper bien. Había varios funcionarios que en Agricultura, Salud, Áreas Protegidas y siempre nos recibieron, nos escucharon.
¿Y qué decían los mensajes?
Para nosotros era importante la calidad de vida de los ecuatorianos. No partíamos de las especies, de fauna o flora, sino de la idea de que el ecuatoriano está perdiendo al perder estas especies y estos ecosistemas. En ese tiempo el tema más importante era el de los agroquímicos. Había 11 que eran cancerígenos. Y los usábamos como se usa el azúcar: si una cucharadita es buena, dos deben ser mejor… Y en los pueblos, en la misma balanza donde se pesaba el azúcar se pesaba el químico; el residuo de uno y de otro quedaba ahí mezclado.
¿Cómo mira lo que fue FN?
Yo creo que la FN surge como la organización más importante de América Latina en cuestiones ambientales por tres factores. Estuvo concentrada en la calidad de vida del ser humano; no trabajaba en contra del Gobierno y hacía alianzas con el sector privado. Los tres eran pecados en ese tiempo. No se veía así el tema de la conservación, sino el oso panda, el tigre de bengala… Decíamos que la naturaleza es parte de un equilibro para garantizar la calidad de vida del ser humano. Hay que trabajar con los gobiernos porque son los responsables de las políticas públicas. El sector privado en principio no es malo. No era cualquier empresa, sino que veíamos si tenían algún registro de responsabilidad ambiental.
¿Hay que acercarse a las que no tienen esa responsabilidad?
Depende para qué. Si lo quieres cambiar, evidentemente hay que hacerlo. Pero no vas a recibir plata del que sabe que está destruyendo el planeta. Y esos casos existen.
Pero podrían maquillarse.
Algunos ni los maquillan. Es importante reconocer que el que no cambia está fuera del mercado laboral. Los jóvenes le dan la vuelta la costuras, quieren saber de dónde viene y qué pecados tiene esa empresa.
¿Cómo ve a los jóvenes en la lucha por el ambiente?
Hay un cambio radical. En primer lugar, el conocimiento. En nuestra época no reconocíamos todos los problemas que estaban delante de nuestras narices. No diría que nuestro comportamiento era irresponsable, pero al menos sí ingenuo al creer que las cosas estaban bien. Y en eso son distintos.
¿Y qué pasó con FN?
Se cerró en el 2012 porque se metió en algo en lo que no debía: tratar de administrar el negocio de manejo de la basura con el Municipio. Y era una fundación, no la administradora de manejos de desechos; y quebró.
Usted recibió una llamada para frenar la iniciativa Yasuní…
Alexis Mera (secretario jurídico de la presidencia de Rafael Correa) me mandó un e-mail cuando estaba sentada a punto de dar la conferencia de prensa en la COP de Copenhague. Me dijo que no se podía llevar a cabo.
¿Sin explicación?
No. Ninguna. Fander Falconí era ministro y me confirmó que no podíamos hacer la rueda de prensa. Era toda la información que tenía.
¿Y es la única que aún tiene?
Con el paso de las semanas, llegué a concluir que el sector petrolero tenía una fuerza política mucho más fuerte que nosotros los conservacionistas. Además, nosotros estábamos en Dinamarca y, en su despacho de Quito, los petroleros.
Usted es psicóloga.
Pero solo ejercí cinco años.
¿Será que el país requiere alguna terapia?
En este rato me interesa una gobernanza. Yo miro para atrás y pregunto cuánto mi generación dejó de lado la importancia de crear buen gobierno y buenos gobernantes. Ese es un vacío que tenemos que asumir, el no haber invertido en gobernanza. Y en eso creo que hay que trabajar ahora.
TRAYECTORIA
Fue una de las iniciadoras de Fundación Natura y presidió la WWF. Fue ministra de Ambiente de Jamil Mahuad. Estuvo involucrada en el proceso de paz con Perú y en la iniciativa Yasuní. Trabaja para la cumbre mundial de sistemas alimentarios de la ONU.
Esta entrevista se publicó originalmente en la edición impresa de EL COMERCIO, el 14 de abril de 2021