Unos por amor, otros por aventura, lo cierto es que ellos han llegado al país por distintos motivos y tienen algo que los une: el teatro. Ellos son Arístides Vargas, Irina Gamayúnova, Vincent Kerschbaum y Christoph Baumann, cuatro actores extranjeros que viven Ecuador a través de las tablas.
Las historias del porqué están aquí son tan diversas como los caminos que tomaron para llegar al país. A Irina, desde Rusia, y a Christoph, desde Alemania, los trajo el amor; a Vincent (Austria), su familia; mientras que a Arístides (Argentina) fue el destierro lo que lo trajo hasta aquí.
Tras varios años de caminar por el Ecuador, han ido aprendiendo y aprehendiendo costumbres y tradiciones. Es así que para ellos, Ecuador no solo es el nombre de un país de Sudamérica. Ahora, esa palabra de siete letras y tres colores forma parte de un recuerdo que con el pasar de los días se enraíza en su memoria. Es el territorio donde desarrollaron gran parte de su quehacer artístico, donde los sentimientos crearon familias, y donde dejaron una huella en varias generaciones de artistas y espectadores de toda edad.
El hijo audaz
Ahora tiene 22 años, pero cuando llegó al Ecuador tan solo tenía 8. Él es Vincent, un joven austríaco para quien el teatro es una pasión desde los 13 años.
Mientras estudiaba en el Colegio Alemán, Vincent descubrió, a través de su entonces novia, que el teatro era su destino. “Yo me encontré con el teatro cuando acompañaba a mi novia a sus clases de teatro”, señala el actor principal de la obra ‘El hijo audaz de madre coraje’, que hace poco recorrió Guayaquil y en agosto será puesta en escena en Quito.
Trayendo a la memoria las imágenes de su adolescencia, Vincent recuerda cómo fueron sus primeros años en la actuación. “Quería estudiar teatro, me gustaba de verdad, pero ni yo ni mi mamá sabíamos dónde hacerlo. Entonces, de casualidad, me encontré con Susana Nicolalde (a los 17 años) mientras caminaba por las afueras de la Casa de la Cultura. Me acerqué a ella y le pregunté sobre una escuela de teatro que yo había escuchado. Ella me sugirió que fuera a las clases de Mandrágora (colectivo teatral creado por Nicolalde). Ahí pude experimentar el mundo de la actuación”.
Junto con Mandrágora, Vincent ha trabajado obras como la anteriormente mencionada ‘El hijo…’ y ‘Cordeles del tiempo’.
Para Nicolalde, en el trabajo teatral Vincent “ha demostrado su dedicación y constancia”. “Él trabaja con mucho rigor, además que compartimos un pensamiento y búsqueda teatral”, comenta la directora de Mandrágora.
La ‘rusa María’
“Yo soy tan rusa como ecuatoriana. Por eso me gusta decir que soy la ‘rusa María”, dice Irina, una actriz que dejó las tablas de Moscú y San Petersburgo para aventurarse a un viaje que la traería a Ecuador de la mano de su esposo, el actor y director ecuatoriano Pedro Saad.
Cuando llegó al país, Irina no hablaba un buen español, pero esto no fue un impedimento para que ella se adentrara en las artes y descubriera que la actuación era solo una parte de un espectro artístico con distintos frentes.
Y es que en Ecuador fue donde descubrió que sus dotes de actriz venían acompañados de otras como la escritura y la dirección. “Algo curioso fue que en Ecuador me di cuenta que me gustaba escribir”, comenta. Es así que a través de editorial Norma, Irina publicó‘El gran espíritu de la selva’, su primera obra escrita en español.
Con ya un cuarto de siglo en el país, Irina comenta que “los ecuatorianos son personas muy amables con el extranjero”. En la actualidad dirige la Compañía Infantil de Teatro Guagua Pichincha, creada el 2009, con la que durante el año anterior montó el musical ‘Juguemos a la historia’, que contó con la participación de 15 niños en escena, quienes contaban la historia del Bicentenario con un diálogo infantil.
El padre de Malayerba
Hacia finales de la década de los 70, él fue exiliado de su natal Argentina. “Entre el deseo de volver y el no saber a dónde ir”, Arístides llegó al Ecuador con las ganas de hacer teatro.
En sus primeros años en Ecuador, el sueño de Arístides por hacer teatro se concreta a través del Teatro Malayerba. Con esta compañía teatral buscaba poner en escena obras que hablasen de la crisis que en ese momento vivían algunos países de la región. “Para entonces había una identidad política muy fuerte que, a partir de los 80, entra en una crisis conjuntamente con la crisis que se vivió en el campo de las ideologías de izquierda”. Es así que este argentino se adentra en el mundo escénico con obras que versan sobre el campo de las emociones, las sensaciones y las ideas.
Y es que a través de Malayerba, Arístides ha marcado un giro en la forma de hacer teatro en Ecuador. Muestra de ello fue la obra ‘Jardín de pulpos’, con la que el director argentino hace un llamado a la memoria histórica.
Es así que para Susana Pautasso, quien con Arístides fue cofundadora de Malayerba, con esta escuela se “ha hecho un aporte a un grupo de chicos en los cuales sembramos un estilo de trabajo que va desde cómo se proyecta un ensayo hasta la obra en sí”.
El ‘gringo Beckenbauer’
Sentado en una banca de la cafetería de la Alianza Francesa, Christoph suelta una carcajada cuando recuerda sus primeros años en el Ecuador. “Para mí todo era nuevo. Sobre todo el hecho de que todos me miraban cuando caminaba por la calle”. Y cómo no hacerlo cuando este alemán, quien recuerda con cariño sus años de estudiante en Berlín, mide alrededor de 2 metros, mientras que el ecuatoriano promedio alcanza el metro setenta.
Cuando en 1984 llegó al país tomado de la mano de Tamara Navas, Christoph comenzó a “probar suerte para ver si se puede vivir del teatro”. Es así que recorrió varias ciudades en la que dictó talleres de teatro con Navas.
Con su papel de Aristóteles Beckenbauer en la serie televisiva ‘Dejémonos de vainas’, Christoph saltó a la fama como el cómico al que todos buscaban para que dirija al equipo de fútbol.
Entre sus proyectos recientes, Christoph ha realizado una gira por el país como parte de la propuesta ‘Tablas sobre ruedas’. Con este proyecto recorrió 16 provincias del Ecuador con la finalidad de educar, divertir e interactuar con un público que, en su mayoría, no había presenciado un espectáculo teatral.
Para ello, los integrantes de ‘Tablas sobre ruedas’ utilizaban un camión como escenario.