José Saramago, premio Nobel de Literatura (1998), partió de este mundo, al igual que otros grandes de su generación, dejando una herencia estética y humanista a las letras universales.
Hace un año fallecieron el uruguayo Mario Benedetti (17 de mayo del 2009), el ecuatoriano Jorge Enrique Adoum (3 de julio del 2009) y hace poco el mexicano Carlos Monsiváis (19 de junio del 2010). “La verdad es que significa y representa mucho”, dice Raúl Serrano Sánchez, escritor y catedrático de la U. Andina.La obra de Benedetti se divide entre su trabajo como juglar y excepcional narrador. “Así, -continúa Serrano- desde ‘Montevideanos’ supo construir todo un universo que con el pasar de los años y los nuevos cuentarios y novelas -como ‘Con y sin nostalgia’ y ‘La tregua-, se fue decantando, ampliando y complejizando”.
“Un narrador que a diferencia del poeta, que más bien habrá que definir como el gran versificador popular, fraguó una obra que completa y redimensiona lo que propusieron los narradores del boom de los sesenta”.
En la visión de Serrano, las búsquedas Saramago, inherentes al hombre de todos los tiempos, estaban más actuales y vivas que nunca. Desde la alucinante y acabada novela ‘El año de la muerte de Ricardo Reis’ (uno de los tributos más conmovedores al poeta Fernando Pessoa), pasando por ‘Manual de pintura y caligrafía’, hasta llegar a ‘Ensayo sobre la ceguera’, las indagaciones que Saramago propone a través de sus personajes tienen que ver con una premisa, resultado de sus ideas marxistas: el sujeto siempre resistirá a todo intento por anularlo”.
Por su parte, Carlos Monsiváis refundó un género, como la crónica, que cuenta con una rica tradición e historia en Latinoamérica, desde la conquista hasta los días oníricos de los modernistas, explica Serrano. “Desde ‘Días de guardar’, ‘Lo marginal en el centro’, hasta ‘Escenas de pudor y liviandad’, su periplo no es otro que reconfigurar el mapa, el alma, de un país, un tiempo y una cultura como la mexicana y la latinoamericana del siglo pasado”.
“La celebración de lo que el poder prohíbe, como en todo gran creador, está en los textos de estos autores que supieron ser fieles a sus estéticas, por tanto éticas y políticas”, concluye Serrano.
El conocido novelista quiteño Modesto Ponce Maldonado es uno de los lectores más lúcidos y fervientes de Saramago.
Ponce repasa los libros de su amplia biblioteca, en su departamento, que tiene una vista privilegiada hacia el valle de Tumbaco.
Se detiene en un estante en el cual se hallan los libros de Saramago, 17, entre cuento, memorias y, sobre todo, novela.
Toma ‘Viaje por Portugal’ (1981), un libro que resume la dimensión humana del Nobel.
Maldonado lo abre y muestra un entrañable secreto: una dedicatoria de Saramago, “A Modesto Ponce Maldonado, un pequeño país, para un pequeño país, una amistad para una amistad. Todo son raíces, un abrazo y hasta pronto”. Enviado en julio del 2003 desde Lanzarote, Ponce lo atesora y recuerda que tres meses antes del envío escribió una carta de dos cuartillas y media a Saramago en la cual resumía su obra profunda, en la que recrea los sentidos de la condición humana: el amor, la muerte, la religión. La respuesta de Saramago fue el envío del libro. Ponce ha leído y releído todos los libros de Saramago. Ha dictado varias conferencias en universidades. Por ello, con emoción, analiza las claves de su vasta obra. Dice que su lenguaje se nutre del habla popular del pueblo luso.
Sus escritos nacen de la tradición oral, de los cuentos que le contaban sus abuelos analfabetos. De ahí deviene un ritmo ágil, vivo, que solo usa las comas y las mayúsculas; incluso los diálogos los incorpora a la narración.
Ponce se deslumbró con ‘El evangelio según Jesucristo’ hace 17 años. En 1993, Silvia María Mera, una sobrina que estudiaba letras en Brasil, le dijo, “lee a Saramago, te va a enloquecer”. Por todo Quito buscó libros de él y solo halló ‘El Evangelio’… en una librería pequeña y taciturna del norte.
Aquella novela, de una honda y mística, le sacudió.
El sábado se cumple el aniversario del fallecimiento del escritor ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, quien tuviera la mayor proyección internacional entre los autores nacionales.
Desde el punto de vista del poeta César Carrión, director de la Escuela de Literatura de la U. Católica, Adoum trabajó sobre la identidad del ser ecuatoriano, del individuo hispanoamericano. Aunque, Carrión desconoce si el debate está terminado, considera que Adoum puso la pauta y que su legado entre los jóvenes creadores es verificarlo o desmentirlo. “Personalmente creo que el legado no va por el lado de una renovación linguística o estética, pues hay otros dentro de su generación que también lo han hecho”.
Para Carrión, el ocaso de esta generación se relaciona con una manera de entender la literatura vinculada al compromiso social y a ciertas tendencias políticas. “El hecho de que se retire esa generación puede significar, entre otras cosas, que en toda Latinoamérica se manifiesta una visión sobre la literatura un tanto alejada de las causas sociales”, dice.
Según él, mucha de la obra de esos autores fue valorada no por su calidad estética, sino primordialmente por su nivel de compromiso con las ideas políticas.
Ernesto Sábato
Nació en 1911. Además de sus ensayos,‘ El túnel’, ‘Sobre héroes y tumbas’ y ‘Abaddón, el exterminador’ son las tres novelas por las que el escritor argentino es reconocido. Desde el 2005, mantiene una vida rutinaria, recluido en su hogar en la localidad de Santos Lugares, asistido por enfermeras, ya que no puede recibir emociones fuertes.
G. García Márquez
Nació en 1927. Relacionado con el movimiento del realismo mágico, de sus narraciones se destacan ‘Cien años de soledad’, ‘Amor en los tiempos del cólera’… Obtuvo el Premio Nobel en 1982. Su último trabajo fue ‘Memorias de mis putas tristes’, del 2004. Desde entonces, ha dejado de escribir. En 1999 le diagnosticaron cáncer linfático.
Ernesto Cardenal
Nació en 1925. El sacerdote católico nacido en Granada, Nicaragua, ha sido uno de los máximos representantes de la Teología de la Liberación. Ha escrito 20 libros de poesía, tres de memorias y otros 14 entre ensayo y correspondencia. Ha sido nominado al Premio Nobel y fue parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional, hasta 1994.
Carlos Fuentes
Nació en 1928. Uno de los escritores mexicanos más conocidos de finales del siglo XX, autor de novelas y ensayos, entre los que se destacan ‘Aura’, ‘La muerte de Artemio Cruz’, ‘La región más transparente’ y ‘Terra Nostra’. El autor recibió el Premio Rómulo Gallegos en 1977, el Premio Cervantes en 1987 y el Príncipe de Asturias en 1994.
E. Jara Idrovo
Nació en 1926. El poeta ecuatoriano nacido en Cuenca publicó sus primeros poemas en 1946, desde entonces ha alternado la escritura y la cátedra. Experimentó con el estructuralismo en uno de sus poemas más reconocidos, Sollozo por Pedro Jara. Es considerado uno de los más consistentes creadores de su generación.