‘Inmundicipal’ mostró un arte crítico con la gestión del Cabildo

En el Inmundicipio.    Uno de los salones fue para la colección titulada ‘Parafernalia’,  del artista  Nuno Acosta. Carolina Pilco /EL COMERCIO

En el Inmundicipio. Uno de los salones fue para la colección titulada ‘Parafernalia’, del artista Nuno Acosta. Carolina Pilco /EL COMERCIO

Colgando del techo con unos hilos transparentes estaba la obra ‘Al derecho y al revés’, de Andrés Crespo. Dos paneles transparentes encierran 42 hojas de papel. De un lado, se reprodujo caricaturas desnudas de la revista ‘Censura’, del extinto Pancho Jaime. Del otro estaba impresa la acción de protección interpuesta por el autor y cuatro personas más contra el Municipio de Guayaquil.

La demanda civil era contra la prohibición de trabajos que contengan sexo explícito en el Salón de Julio, organizado por el Museo Municipal. Crespo envió su obra al certamen y fue rechazada.

Este fue uno de los 15 artistas que mostraron sus trabajos en ‘Inmundicipal’. En la invitación al evento, definieron su contenido como “propuestas artísticas rechazadas, censuradas, perseguidas, denunciadas o vetadas por el Municipio de Guayaquil”.

Antes de acceder a ‘Al derecho y al revés’, un letrero rojo advierte: “Sexo explícito. Contenido adulto. Sala para mayores de 18 años y personas de criterio formado”. Esa fue una de las sugerencias de los demandantes para levantar la prohibición en el Salón de Julio, pero el certamen municipal culminó con sus normas intactas.

Otra obra rechazada en el Salón fue ‘Sin ciudad’, de Daniel Adum. Los tonos brillantes resaltan sobre los tres paneles rectangulares de cemento que reemplazaron al lienzo. La idea era llevar el arte urbano –que se plasma sobre paredes– a un salón. “Yo esperaba que ganara. Pero la rechazaron y son tan educados que no me dijeron por qué”, contó el artista plástico.

En la planta alta estaba ‘La 9’. La instalación pone sobre el suelo fragmentos del asfalto que cubría la avenida 9 de Octubre (centro) en el 2003. La obra de Julio Vargas, Xavier Iturralde y Adum surgió luego de que el Cabildo aprobara la regeneración –con adoquines– de la calle. “Esto representa algo más rechazado por el Municipio”, dijo Vargas parado sobre trozos de la vía.

En las paredes había pequeñas fotografías de los autores recogiendo los escombros. Mientras la maquinaria destruye, ellos crean.

Virando a la derecha había un cuarto con olor a aerosol. A la entrada, un cartel blanco decía “Eduardo Aspiazu. Pintor de calle. Tiene incontables piezas de grafiti borradas por el Cabildo”.

Dentro destacaba la figura de un niño, cuya cabeza era una lata de cemento de contacto. “Aún no lo he plasmado en la calle, pero ahora con la ‘línea caliente’ la situación está difícil”, dijo Aspiazu.

Desde el 13 de julio, el Cabildo paga USD 1 000 de recompensa a quienes presenten pruebas para la captura de grafiteros. Una línea telefónica fue habilitada para receptar las denuncias.

Cuando no capturan a los grafiteros, pintores municipales tapan las ilustraciones. Con la brocha hacen una especie de parche sobre la pared. Esto inspiró a Daniel Adum en la obra ‘a litro por mate’.

A través de la red social Facebook, el artista plástico convocó“a todo el que quiera traer un litro de pintura y pintar”. Las paredes de una de las salas de la planta baja del Inmundicipio se convirtieron en lienzo. Los parches cuadrados de colores brillantes luchaban entre ellos para tapar al anterior.

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