2 500 fragmentos de vasijas de cerámica y obsidiana fueron hallados en Riobamba. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Una investigación estudiantil podría revelar nuevas prácticas de la cultura Puruhá. Más de 2 500 fragmentos de vasijas de cerámica, obsidiana y una red de caminos de tapial, que podrían ser del período de integración regional, se descubrieron en cinco sitios arqueológicos de Riobamba. Los estudiantes de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo (Espoch), asesorados por los técnicos del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), trabajan en la indagación de las piezas, su uso y en nuevas pistas sobre los espacios de adoración y ocupación.
“Este proyecto es una muestra de que se puede investigar aún cuando no hay mucho presupuesto. Planeamos conseguir recursos mediante ‘crowdfunding’ (donaciones particulares) para financiar una excavación”, cuenta Pedro Carretero, docente.
Así surgió la alianza entre esa academia y el INPC, como una alternativa a la falta de recursos para nuevas prospecciones arqueológicas. En los cinco proyectos de investigación trabajan 15 estudiantes, entre tesistas y voluntarios. Realizaron una prospección superficial de las zonas, que fueron elegidas tras una investigación preliminar. En los recorridos, los alumnos aplicaron varias técnicas de recolección de objetos arqueológicos y excavaciones superficiales.
Entre los fragmentos que recuperaron, se identificaron trozos de vasijas de almacenamiento y otras antropomorfas, que posiblemente se utilizaban en rituales. Además, algunas de ellas tienen labrados y canales en los bordes.
“Pensamos que pueden ser de unos 500 o 700 años antes de Cristo, pero eso lo sabremos al concluir la investigación y realizar excavaciones más profundas”.
Se cree que las vasijas pertenecieron a los habitantes puruhaes de ese sitio, porque son toscas, de engobe rojizo o marrón y son pedazos de vasos grandes. Los resultados preliminares de la prospección indican que en las partes bajas de esos sitios hubo asentamientos, mientras que la parte alta de los cerros se usaba para la adoración. Otra teoría apunta a que en uno de los sitios investigados, el cerro Collay, hubo una fábrica de objetos rituales, por la gran cantidad de fragmentos de obsidiana que se encontraron. “Este pudo ser un templo de adoración o una fábrica. En ningún otro sitio hemos encontrado tanta obsidiana como aquí”, dice Carretero.
Las piezas son investigadas en un laboratorio arqueológico que se instaló en la Facultad de Recursos Naturales. En el momento, los estudiantes trabajan en la clasificación de las piezas y en la determinación del período al que pertenecen.
Esa tarea es complicada, pues no existen publicaciones modernas sobre la cultura Puruhá ni un manual de tipología Puruhá. De hecho, uno de los objetivos de la investigación es publicar en libros y revistas indexadas los nuevos hallazgos.
“Tenemos expectativas altas con la investigación que hacen los estudiantes de la Espoch, porque se trata de sitios que antes no habían sido identificados como arqueológicos”, dice Soledad Plaza, técnica del INPC.