El 1 de enero es, para gran parte del mundo, la fecha que simboliza el inicio de un nuevo año, el primero de los 365 días que tendrán lugar a continuación.
Aunque para los seres humanos constituye un gran hito simbólico, la realidad es que no pasa lo mismo a nivel cósmico.
El Año Nuevo es para los seres humanos sinónimo de innumerables propósitos, ambiciosas metas, celebración familiar y nuevos comienzos; sin embargo, para el universo no es, ni de cerca, una fecha especial ni fuera de lo común. Y esto se debe a una insólita razón.
Según explica ‘National Geographic’, así como la Tierra gira alrededor del Sol, el Sistema Solar también se encuentra en constante movimiento, pero en torno a La Vía Láctea, esa galaxia espiral formada por millones de estrellas. En esta escala, los tiempos son mucho más largos.
365 días es el tiempo que, comúnmente, tarda el planeta Tierra en dar una vuelta al sol; no obstante, no es lo que demora el Sistema Solar en orbitar alrededor del centro de la galaxia.
Este proceso, de acuerdo con el portal especializado ‘Astronomicca’, solo sucede cada 250 millones de años y obtiene el nombre de Año Nuevo astronómico. Eso significa que en ese lapso de tiempo, volveremos a estar en el mismo lugar de la galaxia en el que nos encontramos hoy.
“Desde el punto de vista astronómico, no ocurre nada especial el 31 de diciembre para decir que es ahí donde termina el año ni ocurre nada especial el 1 de enero para decir que ahí es cuando comienza. A lo largo de la órbita de la Tierra no hay nada especial que ocurra para marcar el cambio de un año”, explicó Larrañaga en diálogo con la cadena citada anteriormente.
El nuevo año podría comenzar con otra ronda en la misma órbita alrededor del Sol, pero es un nuevo lugar en la galaxia. Y a menos que una persona viva hasta los 250 millones de años, no habrá experimentado eso jamás, señala ‘Astronomicca’. Esto es a lo que se lo conoce como Año Nuevo astronómico.
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