La ‘Carta de la Provincia de Quito y sus Adyacentes’ se imprimió por primera vez en París. La cuarta versión se realizó en Quito, en el taller de la Estampería Quiteña. Foto: archivo particular.
La ‘Carta de la Provincia de Quito y sus Adyacentes’, estampada en París en el año 1750, constituyó el ejercicio cartográfico más adelantado de su tiempo y fue resultado de años de investigación y desplazamientos por el territorio de la Audiencia de Quito, de innumerables horas de observación de las estrellas, del estudio del curso de los ríos, de levantamientos topográficos y otros estudios realizados por los académicos reales de las ciencias de París, los oficiales de la armada española, los misioneros de Mainas y los valiosísimos aportes del ilustre riobambeño Pedro Vicente Maldonado (1704-1748).
Maldonado, a la llegada en 1736 de la Misión Francesa a las tierras ecuatoriales de la América Meridional, tomó contacto con Carlos María de La Condamine, trabó profunda amistad con él y se convirtió en su más insigne discípulo. Perfeccionó las nociones de cartografía que había adquirido con los jesuitas en la Universidad de San Gregorio Magno, pues ellos serían los primeros cartógrafos de la Audiencia, desarrollando sus destrezas para determinar con exactitud los rumbos y caminos a seguir en la selva amazónica, para llegar sanos y salvos y en el menor tiempo posible a sus misiones de Mainas.
La Condamine realizó la primera edición de esta joya de la cartografía americana en 1750, como homenaje póstumo a su amigo y discípulo, quien falleciera prematuramente en Londres. Maldonado, en su permanencia en París, se incorporó como miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias el 24 de marzo de 1747, y continuó viaje a los Países Bajos y de ahí pasó a Inglaterra, en donde lamentablemente no alcanzó a incorporarse a la ‘Royal Society’, en Londres, a pesar de haber disertado en ella, pues debía esperar unos días para su aceptación formal, cuando le sorprendió la muerte.
El monarca español Fernando VI había nombrado a Maldonado “Gentilhombre con llave de oro” cuando llegó a Madrid; al enterarse de su muerte y de la estampación en París de la ‘Carta de Quito’, solicitó una nueva edición a La Condamine por cuenta de la corona española. Esta nueva edición es la misma que la costeada por La Condamine, y solo difiere en la inscripción final del cartucho, pues en la primera dice: “Por el S. D’Anville Geógrafo de S. Mag.t Christ.ma de la Acad. Imp. De Petersburgo / Sacada á la luz por D.C.D.L.C.”, mientras que en la segunda dice “Sacada á la luz por orden y á expensas de su Magestad”.
El cartógrafo fue Jean Baptiste Bourguignon D’Anville, geógrafo del rey de Francia y las cuatro grandes planchas de cobre con recubrimiento de acero (41 X 60 aprox.) fueron buriladas por Guilleume Delahaye. Las planchas fueron entregadas a España, a través de su representante en París y pasaron al Palacio Real, donde permanecieron varios años y fueron luego a los depósitos de la Marina.
La plancha entintada recibe el pliego donde se estampará la imagen. Retirado el pliego de papel, en él aparece el estampado. Foto: Archivo particular.
La carta de Maldonado no tuvo rival, hasta la impresión en Leipzig, en 1892, de la ‘Carta geográfica de la República del Ecuador’ del gran geólogo y geógrafo Dr. Teodoro Wolf. Sobre ella comentaron elogiosamente el P. Juan de Velasco, Francisco José de Caldas y Humboldt, quien dijo de ella:
“A excepción de los mapas de Egipto, y de algunas partes de las Grandes Indias, la obra más cabal que se conoce respecto de las posiciones ultramarinas de los europeos es, sin duda, el Mapa del Reino de Quito hecho por Maldonado”.
El Gobierno del Ecuador en varias ocasiones intentó conseguir que las planchas les fueran cedidas, sin éxito. En el régimen del presidente José María Plácido Caamaño, gracias al interés del Dr. Pedro Ignacio Lizarzaburu, logró concretarse una nueva edición, pero esta fue realizada en “fotocincografía” (fotograbado) por el Depósito de la Guerra de Madrid en 1886, edición que circuló especialmente en el extranjero.
Con los adelantos de reproducción fotográfica a partir de la estampación sobre una matriz metálica sensibilizada, gracias al reporte fotográfico del plano, el Servicio Geográfico Militar realizó la primera edición ecuatoriana en 1936 y luego, ya como Instituto, en 1948 al cumplirse el bicentenario de la muerte del ilustre riobambeño.
Sin embargo, un año antes, las planchas del mapa de Maldonado habían sido entregadas al Ecuador por el Gobierno de España, en ceremonia especial en el Museo Naval de Madrid, por parte del director, el capitán de navío Julio Guillén, al encargado de negocios de nuestro país, grabándose desgraciadamente en la plancha donde se halla el cartucho, el siguiente texto:
“El Museo Naval de Madrid, cedió a la República Ecuatoriana, durante el mando presidencial del Dr. José María Velasco Ibarra, y siendo Ministro del Ecuador en Madrid D. Alberto Puig Arosemena, estas planchas del Mapa de D. Pedro Vicente Maldonado, cuya ilustre vida enlaza las glorias científicas de España y de su antigua Provincia Ultramarina. Madrid, 25 de Mayo de 1947.
El Director Julio Guillén”
El Gobierno ecuatoriano entregó las planchas en custodia a la I. Municipalidad de Riobamba.
El proyecto ‘Arte en Palacio’, que la Presidencia de la República lleva a cabo en el Palacio de Gobierno desde mediados del año 2017, por decisión del presidente Lenín Moreno, se concibió como una plataforma de impulso y promoción de la cultura, memoria e historia nacional. Con este sentido, a fines de abril del año 2018 se abrió la muestra ‘Pedro Vicente Maldonado: la construcción de la imagen de la Patria’, una visión retrospectiva de la cartografía de nuestro territorio.
Se exhibieron cerca de un centenar de importantes piezas cartográficas, así como instrumentos topográficos y cartográficos provenientes de fondos públicos y privados, los cuales dieron cuenta de los diferentes ejercicios de representación de nuestro territorio en los dos siglos comprendidos desde el plano de Maldonado y la conformación del Instituto Geográfico Militar.
A la izquierda, el plano original. El año pasado se decidió hacer con las mismas planchas un tiraje limitado. Foto: Archivo particular.
La pieza central de esta exhibición fue la ‘Carta de la Provincia de Quito y de sus adyacentes’, exponiéndose un mapa original de 1750 y versiones de los siglos XIX y XX, así como las cuatro planchas originales.
Al cierre de la misma, la Presidencia de la República resolvió realizar una nueva estampación de esta histórica carta geográfica, utilizando las mismas planchas, en un tiraje limitado y numerado de treinta y tres ejemplares, como reconocimiento a la vida del ilustre geógrafo. De este tiraje, la Presidencia de la República dispondrá de ejemplares para obsequio a distinguidas personalidades, distribuyéndose también ejemplares entre organismos culturales, la Municipalidad de Riobamba, el Colegio Nacional Maldonado y la Embajada de España.
Para la exhibición, las planchas fueron sometidas a un profundo análisis y limpieza por parte de técnicos del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC). La estampación se encargó al más importante y capacitado taller del país, la Estampería Quiteña, fundación que cuenta con una larga trayectoria de trabajo artístico y un constante intercambio con la Calcografía Nacional de España. El auspicio financiero corrió de cuenta de la Corporación Nacional de Telecomunicaciones.
El proceso, estrictamente controlado por el INPC, la Presidencia de la República y los técnicos estampadores, cuenta con papeles y tintas de la más alta calidad mundial. Se inicia con el entintado total de la plancha, el retiro de excedentes y limpieza; simultáneamente, el papel que ha permanecido inmerso en agua por unos minutos, es escurrido y secado hasta tener la humedad apropiada, colocándose sobre la plancha entintada, la cual ya descansa sobre la mesa móvil de la prensa de impresión calcográfica o tórculo. Al pliego se lo cubre con un delgado papel y luego con fieltro, para que no sufra por la presión que ejerce el rodillo del tórculo, el cual traslada la imagen de la plancha al papel, conforme la mesa se desliza bajo el cilindro superior, al mover las manivelas que accionan un engranaje. Luego de pasar todo el carro al otro lado, se levanta con cuidado el fieltro, el papel de protección y por último la estampa, en donde se ha producido el magnífico prodigio.