En este espacio, los turistas tienen la oportunidad de liberar las tensiones, estrés o problemas, a través de la terapia del grito. Una turista lo práctica en el ‘monte del grito’. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
El relax, la sanación espiritual y la meditación para la ‘autosanación’ son opciones para quienes en estas vacaciones prefieren dejar de lado la aventura y la actividad física. La ruta está en Baños, a 40 minutos de Ambato, en Tungurahua.
Recorrer por un camino hecho con piedras de río nunca fue más relajante. Paula Páez y su familia se quitaron los zapatos y escucharon con atención la explicación que les dio uno de los especialistas en terapias alternativas de El Refugio Spa.
Esta ciencia está basada en la forma que tienen los pies. Según los expertos, los pies tienen canales de drenaje naturales y al caminar descalzos, estos se abren para dejar salir la energía negativa que se acumula en el cuerpo por un estilo de vida desordenado y el estrés.
La experiencia para los amantes del turismo de sanación que ofrece El Refugio, un spa que funciona en el barrio San Vicente, a cinco minutos del centro de Baños, se inicia con una caminata por un sendero que conduce hasta el ‘monte del grito’.
Allí la gente puede descargar sus miedos al río Pastaza. La terapia consiste en gritar con fuerza desde la cima de un pequeño cerro al que se accede por unas escalinatas de piedra. Al gritar, los músculos liberan la tensión acumulada y también se produce un efecto de descarga emocional.
El recorrido continúa por el muro de la reflexión y el perdón. Allí las familias y las parejas pueden sincerarse, contar sus miedos y perdonarse mutuamente. María Augusta Muñoz, propietaria del establecimiento, dice que verlos llorar y abrazarse con fuerza es habitual.
Los visitantes se distienden al recibir las fuertes caídas de agua de las cascadas. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO
Eso es parte de la sanación espiritual que los cerca de 1 000 visitantes mensuales buscan en El Refugio. También hay otras terapias como baños de cajón con hierbas medicinales, recetadas exclusivamente para cada dolencia.
Igualmente, hay baños de barro virgen, que es un exfoliante natural, masajes corporales, tratamientos faciales y una variedad de opciones que cuestan desde USD 8.
A 35 minutos, en la vía al Puyo, está Vrindavan. Es un jardín ecológico para quienes buscan olvidar el estrés, la rutina y el ruido de las grandes ciudades.
El establecimiento está a tres kilómetros de Río Negro. Allí no hay señal de celular, tampoco Internet; los únicos sonidos que se escuchan son los cantos de las aves y el de las aguas torrentosas del Pastaza.
Tiene todo tipo de terapias orientales para la meditación, relajación y sanación espiritual. Los instructores son Gopal y Gurumantra, dos jóvenes que siguen la filosofía Krishma.
Las actividades más solicitadas son las prácticas de hatha yoga y cuencos tibetanos que se hacen en cabañas instaladas en la mitad de la selva. Las personas se recuestan sobre mantas hechas con esteras y con los ojos cerrados siguen las instrucciones de los guías espirituales.
Los cuencos tibetanos son una especie de recipientes de cerámica que producen sonidos dulces que tienen un efecto tranquilizante. Al iniciar la terapia, Gopal pide a los visitantes que dejen sus zapatos y todo aquello que les atormente en la puerta de entrada a la cabaña.
Para Daniela Lozano, una quiteña que llegó agobiada por el estrés de su trabajo, la tranquilidad y la calma que se obtienen en la selva son mucho más valiosas que unas vacaciones en el extranjero. En Vrindavan, todo está relacionado con el relax y la sanación del alma.
En la finca, que ocupa un espacio de 64 hectáreas de bosque virgen, también se practican otras terapias relajantes, como la hidroterapia en las cascadas, paseos por la selva, alimentación vegetariana y vegana.
Pero la que más llama la atención de la gente es el temascal. Se trata de un sauna natural, hecho con piedras volcánicas que están al rojo vivo con hierbas como eucalipto, sándalo, jengibre…. Cada una produce un efecto diferente en el cuerpo.