La zarigüeya, un mamífero amenazado en Quito

La zarigüeya andina de orejas blancas o Didelphis pernigra es común en las zonas altas de Ecuador, sobre todo en Quito y sus alrededores. Foto: cortesía: Zoológico de guayllabamba y Leo Alava y Diego tirira/ Bioweb- Puce

La zarigüeya andina de orejas blancas o Didelphis pernigra es común en las zonas altas de Ecuador, sobre todo en Quito y sus alrededores. Foto: cortesía: Zoológico de guayllabamba y Leo Alava y Diego tirira/ Bioweb- Puce

La zarigüeya andina de orejas blancas o Didelphis pernigra es común en las zonas altas de Ecuador, sobre todo en Quito y sus alrededores. Foto: cortesía: Zoológico de Guayllabamba y Leo Alava y Diego tirira/ Bioweb- Puce

Más de 80 zarigüeyas llegaron heridas a centros de atención de fauna silvestre en Quito durante el 2019. Estos animales se han convertido en víctimas frecuentes de atropellamientos, ataques de perros y agresiones por parte de los humanos.

Las campañas para promover la conservación y evitar el maltrato hacia estos animales se han intensificado en esta época del año, ya que el primer bimestre es conocido como los meses en los que estos mamíferos se reproducen.

La falsa creencia de que las zarigüeyas son roedores o parientes de las ratas es una de sus principales amenazas. En realidad, estos animales pertenecen al grupo de los marsupiales y no son agresivos con las personas. Incluso, se alimentan de ratones y otros vertebrados pequeños.

Jorge Brito, curador de mamíferos del Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio), explica que las zarigüeyas tienen una función importante en los ecosistemas, ya que son dispersadores de semillas y controladores de plagas.

La zarigüeya común (Didelphis marsupialis) habita en las provincias ubicadas por debajo de los 2 000 msnm. Foto: cortesía Zoológico de Guayllabamba

Insectos, frutas, mamíferos pequeños y huevos de aves también forman parte de su dieta. En ocasiones, dice Brito, las zarigüeyas entran a los gallineros y devoran a los pollos bebés, lo que causa el enfrentamiento con las personas.

En Ecuador existen dos especies de zarigüeyas. La primera es Didelphis marsupialis, conocida como zarigüeya común, que vive en zonas ubicadas por debajo de los 2 000 msnm. La segunda es Didelphis pernigra, o zarigüeya andina de orejas blancas, que habita sobre los 2 000 msnm. Esta última es común en Quito y sus alrededores y es la que llega frecuentemente a los centros de atención de fauna.

Desde enero del 2019 hasta enero de este año, 63 zarigüeyas fueron atendidas en el Hospital de Fauna Silvestre Tueri de la Universidad San Francisco de Quito. De estas, 27 eran adultas, 29 crías y siete eran raposas que aún tenían a los bebés en su interior.

Carolina Sáenz, coordinadora Médica de este centro, explica que cada semana llegan de dos a tres zarigüeyas heridas. El motivo más común es el ataque de perros domésticos, que les ocasionan hemorragias internas y fracturas. Las otras dos causas son los atropellamientos y los golpes causados por quienes las confunden con roedores. En estos casos llegan en estado de ‘shock’ y con trauma craneoencefálico, que les puede provocar la muerte.

Los veterinarios del Zoológico de Guayllabamba atendieron a cuatro crías que fueron rescatadas en enero. Foto: cortesía Zoológico de Guayllabamba

Actualmente, hay siete crías que están recibiendo cuidados especiales en el Hospital Tueri de la USFQ. Cuatro de estas todavía son lactantes y tres ya están comiendo solas. Sáenz dice que, en estos casos, se lleva a cabo un tratamiento con mínima presencia humana. La idea es que no se acostumbren al contacto con las personas para que, una vez que se recuperen, puedan volver a su hábitat.

Erika Ortega, médica residente del Zoológico de Quito en Guayllabamba, cuenta que durante el 2019 tuvieron que atender a 25 zarigüeyas. Los primeros días de enero de este año llegaron cuatro crías que fueron encontradas junto a su madre en una carretera.

La zarigüeya adulta murió y las crías permanecieron un mes bajo observación en el zoológico. Durante este tiempo, los veterinarios del centro tuvieron que alimentarlas y estimularlas para que puedan orinar y defecar, que es lo que usualmente haría su madre. Después de un mes de cuidados, las raposas fueron liberadas en su hábitat.

Ortega dice que las crías pueden desarrollar mal formaciones, por lo que es necesario estar pendientes de su tratamiento. En el zoológico de Guayllabamba habita un macho que llegó cuando aún era un bebé y, debido a las secuelas de sus heridas, no pudo ser liberado. Ahora permanece en el centro y su presencia ayuda a que las personas conozcan más sobre estos animales.

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