La obligación de vengar una muerte, en el mundo waorani, es cultural. Ha sido transmitida por generaciones. Alimentada por los escasos mecanismos para la resolución pacífica de conflictos. Sustentada en la supervivencia, en un territorio donde eliminar grupos rivales supuso, por siglos, limitar el número de cazadores en la selva.
Con ojos de furia. El conductor de la camioneta 4x4, decidido a no permitir que otro auto lo adelantara, aceleró e impactó por detrás al cupé que se había detenido con la luz roja del semáforo. Enfadado, ajeno a su carga por lo ocurrido, se colgó del claxon y gesticuló palabras que no salieron de la cabina.
La Unicef, al referirse a Ecuador, ha apuntado que la violencia contra la niñez es un problema de salud pública, que requiere una asistencia íntegra del Estado.
El abuso del licor no es un tema que deba pasar de largo. El Centro Ecuatoriano de Análisis de Seguridad Integral (Ceasi), del Gobierno, registró que el 6% de homicidios y el 5% de violaciones están asociados con el consumo de alcohol. En el 62% de crímenes se usó armas de fuego. El 57% de casos ocurrió entre sábado y domingo.
¿La sociedad será más segura gracias al ‘populismo penal’? Si antes no se desarraigan hábitos, poco probable. En Ecuador la principal forma de violencia no se origina por el crimen transnacional. Durante el 2013, la tasa de homicidios se redujo en Quito, pero la primera causa de muertes tuvo que ver con razones de convivencia (46% de casos): riñas, retaliaciones, violencia familiar, etc. Es decir, en la espiral de violencia no es una cuestión aislada la escasa capacidad ciudadana de resolver los conflictos de forma pacífica. Es un fenómeno en Ecuador y merece estudio, no solo porque marca distancia con las expresiones de violencia de Colombia o México, sino porque pone sobre el tapete la necesidad de enfrentarlo. Un combate a la violencia de la casa, a la del espacio público, a la del discurso, requiere más que la pragmática estrategia de los más buscados, de la videovigilancia, de policías pasados por el polígrafo o del endurecimiento de penas. Aplacar esa realidad implica tocar estru