Mi padre murió hace un mes en Cali. Había transcurrido poco más de una semana desde que iniciara la cuarentena, que cerró la posibilidad de acompañarlo en sus últimos momentos y compartir con mis hermanas el dolor de su partida. Dos de los hijos no pudimos estar con él, porque un virus nos lo había impedido. Gracias a los avances en comunicación, los cuatro hijos nos habíamos “reunido virtualmente” en una conferencia que unía dos continentes. En algo ayudó el tener la sensación de presencia en esos momentos finales en los que se esperaba el desenlace. Se produjo la muerte y el ritual funerario fue diferente, triste, más triste que lo que uno se hubiera imaginado, de lo que sería la despedida de este ser especial. Muchos de sus alumnos y buena parte de sus amigos, tampoco podrían acompañar en el sepelio, estaba prohibida la reunión de más de diez personas. Entonces así, en silencio partió sin permitir que muchos de quienes lo amábamos y admirábamos, pudiéramos experimentar el ritual de
Si tuviéramos un chip en el cerebro que genere un algoritmo racional como anticipa el Sr. Noa Harari para el futuro próximo, o si dejaremos que las elecciones seccionales o nacionales fueran hechas por una computadora, la cual maneje todos los datos que provienen de un candidato y en esos datos estuvieran sus cualidades y defectos, probablemente tendríamos los mejores dirigentes que la racionalidad nos puede ofrecer.
En los últimos meses hemos sido informados de un alarmante número de casos de abuso sexual infantil perpetrados en las escuelas del país. Esto es una tragedia y una clara señal de alarma como para declarar una verdadera emergencia de salud, por las consecuencias a corto y largo plazo, que este tipo de agresión a los niños, puede desencadenar.
Nuevas forma de censura coexisten - extrañamente- con el lenguaje sádico y caníbal hallado en internet y desatado en orgias verbales de odio anónimo, cloacas virtuales de defecación en los otros e incomparables despliegues de insensibilidad (especialmente en los comentarios anónimos)” tomado de Ceguera Moral, la perdida de la sensibilidad en la modernidad líquida de Zygmunt Bauman en el que se retrata nuestra triste forma de utilizar los medios modernos de comunicación, no para eso, para la comunicación, si no para ser el parlante a través del cual nuestra psicopatología se manifiesta, nuestra maldad se expresa y nuestra incapacidad de vernos en el prójimo nos delata.
El debate intelectual en nuestro país es inexistente porque carecemos de un razonamiento sistemático racional y, por lo tanto, eficaz. Y estas características no existen porque en general no hay una cultura de debate. No existe conocimiento ni preparación, no hay una adecuada formación ni siquiera en nuestra historia, en filosofía, en ética, en las llamadas Artes Liberales. Al desconocer estos elementos, no tenemos ni siquiera memoria y, por lo tanto, estamos destinados a cometer los mismos errores una y otra vez.
Cuando apareció la candidatura del Donald Trump, inicialmente pensé que se trataba de una broma con fines de mercadeo y posicionamiento mediático, que le daría un empujón a su imperio de bienes raíces. Luego, al ir escuchando sus declaraciones y el respaldo en la intención de voto de los americanos pensé, se trata de una maquiavélica maniobra de su amiga, la candidata demócrata y exsecretaria de Estado, Hillary Clinton.
A muchos les disgusta Nietzsche y a otros les irrita Foucault. Pero los dos junto a Freud, Hegel y Marx, entre otros, son las fuentes de las cuales se nutre Byung-Chul Han para advertirnos del tipo de sociedad en la que vivimos. No hemos salido del Big Brother y ya estamos en el Big Data. Es más, los dos se han unido con el fin de no solamente someter al cuerpo, sino ha llegado la hora de someter al individuo en su totalidad, someter su psique, someter su alma.
Una de las grandes incógnitas que en la mente de muchas personas no encuentra respuesta es ¿por qué jóvenes occidentales (norteamericanos, europeos , australianos) deciden juntarse al Yihad o Guerra Sagrada del Islam y están dispuestos a morir o a matar a los infieles?