Cuando apareció la candidatura del Donald Trump, inicialmente pensé que se trataba de una broma con fines de mercadeo y posicionamiento mediático, que le daría un empujón a su imperio de bienes raíces. Luego, al ir escuchando sus declaraciones y el respaldo en la intención de voto de los americanos pensé, se trata de una maquiavélica maniobra de su amiga, la candidata demócrata y exsecretaria de Estado, Hillary Clinton.
Me parecía una jugada magistralmente concebida mediante la cual, gracias a las declaraciones de Trump, se fortalecía la mejor opcionada candidatura demócrata, pues se dividía a los simpatizantes republicanos y se obtendría -por rechazo- el voto hispánico, cada vez más numeroso e importante, y el voto de las mujeres, ambos grupos vapuleados en cada ocasión que el magnate abría la boca.
Sus rivales para la nominación republicana saben que, si callan ante su escalada xenófoba, le dan alas. Y si la repudian abiertamente, se arriesgan a que rompa con ellos, se presente como candidato independiente y divida el voto conservador.
Pero al ver como en los sondeos de las próximas elecciones primarias, crece y crece el porcentaje de votantes republicanos que estarían dispuestos a avalar la candidatura de Trump, debo admitir que es preocupante y decepcionante. La conclusión a la que lleva este crecimiento de la intención de voto hace pensar que un gran número de estadounidenses ha encontrado en un individuo sexista y xenófobo, la voz que dice por ellos lo que piensan, pero no se atreven a decirlo públicamente. Sus apoyos están principalmente en el grupo de hombres blancos, solteros, con bajo nivel educativo y mayoritariamente conservadores, de acuerdo con un sondeo de NBC entre los seguidores de Trump y que fue elaborado el pasado verano.
Los seguidores del magnate responden que están de acuerdo en mayor proporción que los republicanos cuando se les pregunta por los siguientes asuntos: si los inmigrantes son una carga para Estados Unidos (8 de cada 10, frente a 6 de cada 10 votantes republicanos), poseen más armas, consideran la bandera confederada como un símbolo de orgullo sureño, los afroamericanos son los responsables de no “salir adelante” como otros ciudadanos …¨.
A esto se suma que, la idea de impedir la entrada de musulmanes al país recoge apoyos entre unas bases asustadas ante nuevos ataques yihadistas en Estados Unidos, especialmente luego de París y San Bernardino.
En el último debate entre los candidatos republicanos, Trump los llevó a hablar de terrorismo y seguridad nacional, dijo cosas como que había que acabar no solo con los terroristas, sino con sus familias, y cerrar las puertas de Estados Unidos a los musulmanes, lo cual evoca los episodios más trágicos del siglo XX y rompe con las mejores tradiciones del país. Preocupante.