Después de más de un año de espera, en marzo pasado, Mario Freire, ingeniero industrial de 42 años, recibió el trasplante de médula que necesitaba para combatir el cáncer de mieloma múltiple que le detectaron en noviembre del 2020.
Desde febrero del 2021 no recibió la medicación por parte del IESS y le tocó costear su tratamiento. Ahora, tras la intervención también necesita un fármaco que tampoco está disponible.
Mario, junto a otros compañeros con enfermedades catastróficas, ha participado en distintos plantones en Quito para exigir que se cumpla con la entrega.
Este 19 de mayo del 2022 Mario compartió su testimonio:
“Me siento afortunado porque fui el candidato idóneo para el trasplante de médula. Del IESS me derivaron a Solca y ahí un equipo de profesionales me intervino.
Después de un año y medio de tratamiento con un medicamento costoso finalmente llegó un momento muy esperado por mí y mi familia. En el hospital me internaron el 19 de marzo y el 25 fue la operación.
Se trató de una reconstrucción total de la médula que se hace por medio de una transfusión de células madre. Es una intervención delicada para reemplazar las células madre que la quimioterapia mata.
Una vez que eliminan la médula contaminada al siguiente día le ingresan las células que se las recoge antes para reemplazarlas.
Una vez que se realizó el trasplante permanecí en observación por la carga alta de quimioterapia que recibí. Este proceso llevó como 10 días. Los primeros días experimenté síntomas propios de la quimio como decaimiento, pérdida de apetito, caída de cabello, manchas en la piel.
Los otros días poco a poco se fueron regenerando las células y absorbiendo las células madre buenas en los huesos, formando la nueva médula.
Después de casi dos meses ya me siento bien, físicamente estoy bien. Los primeros resultados demostraron que estoy recuperando todavía las defensas. Cada 15 días me hacen exámenes de sangre y también tengo cita con el hematólogo que los revisa.
Estoy sin cabello, en dos o tres meses me dijo el doctor que va a crecer. Fue algo duro, internamente uno sale golpeado. En mi caso funcionó el trasplante porque la médula se pegó en los huesos. El riesgo que había era que las células madre no se adhieran, pero si funcionó porque estoy vivo.
El problema ahora es que hay un medicamento que tenemos que conseguir que es bastante caro, cuesta alrededor de USD 4 000, son 21 pastillas y debo tomar una diaria durante al menos ocho meses.
Esa situación me preocupa, es lamentable que la situación del IESS nos complique tanto a los pacientes derivados como a los que son atendidos ahí.
Desde febrero del 2021 dejaron de entregarme el medicamento, por eso junto a otros compañeros y amigos hicimos varios plantones. Ha pasado más de un año y la situación es la misma, nada ha cambiado.
Yo puedo decir que me benefició la derivación y estoy agradecido con la empresa que trabajo porque el costo se cubrió con el seguro privado, sino hasta ahora estaría en la lista de espera.
Pero me pongo a pensar en las demás personas que ganan un sueldo básico. ¿Cómo hacen ellos para costearse su propio tratamiento si el IESS no les da?
Nosotros nos hemos organizado para compartir la medicación que traemos de Colombia en donde es mucho más barata porque aquí bordea los USD 400 o 500. Así nos hemos ayudado este tiempo.
Ahora yo requiero de un medicamento que es costoso, pero como no hay estoy utilizando el anterior que hizo que la enfermedad se mantenga dormida. Sin embargo, postrasplante este fármaco no ayuda por completo.
Considero que el trasplante que me realizaron, como parte de la derivación, es un avance importante para los pacientes con enfermedades catastróficas, es una esperanza. En mi caso están prolongando los años de vida.
Pero la deuda del IESS con Solca es demasiado grande y si no paga el proyecto en Quito no va a tener el éxito que se espera. Antes esto se hacía solo en Solca Guayaquil”.