Zaruma, patrimonio en peligro

Columnista invitado.

El Coloquio ‘Centros Históricos’ PNUD/Unesco (1977), realizado en nuestra capital, por primera vez definió a los centros históricos como patrimonio social de sus residentes, tal como consta precisamente en la Carta o Normas de Quito que se firmó. Finalizado dicho evento, con la complacencia del Sr. Guillermo Celi a la época, presidente del Concejo de Zaruma, invité a diez destacados arquitectos extranjeros a una visita. No era fácil llegar.

En sesión solemne se leyó la primera recomendación de un grupo internacional de expertos, para proteger este singular y hermoso pueblo fundado por Mercadillo (1549) y luego por Meneses (1595) sobre una “colina de oro”, en medio de un extraordinario paisaje con clima primaveral.

Cerca de un centenar de visitas de gobernantes y expertos nacionales e internacionales, estudios, declaraciones, recomendaciones, promesas, tesis y planes repetitivos se siguen haciendo, con escasos resultados. Se sigue acumulando basura estética por doquier, priorizando el interés lucrativo sin tomar en cuenta la belleza ni el buen gusto.

Actualmente, entre muchos otros, existen dos problemas acuciantes. Uno en el subsuelo, convertido por las empresas mineras en una peligrosa esponja que pone en serio riesgo el antiguo caserío de madera. Otro es la necesidad de proteger esta herencia cultural que da identidad y referencia en todos los sentidos. Para hacerlo, el Municipio deberá resolver los problemas que también favorecen a vecinos y turistas. Requiere una cobertura legal y financiera del Estado. Desde luego, es indispensable definir una política municipal, más allá de las buenas intenciones, para comprometer también a los ciudadanos en la tarea de proteger el patrimonio de todos y mejorar la calidad de vida de manera concreta: ejecutar un plan de circulación vehicular y aparcamientos con el fin de peatonalizar la parte central; diseñar la mejora de los espacios de circulación peatonal bajo los soportales y ejecutar un sistema de aceras. Urgentemente determinar el suelo protegido y el suelo no edificable.

El escandaloso amasijo de cables eléctricos en numerosos sitios del centro afean y, sobre todo, ponen en peligro a la iglesia y a las casas cercanas, que son de madera. Un imprevisible cortocircuito causaría un desastre irreparable.

El planeamiento urbanístico ortodoxo y tradicional no es el adecuado en núcleos como el de Zaruma, cuyos trazados urbanos, vías y parcelarios hechos sobre un soporte absolutamente irregular, exigen al urbanista adoptar instrumentos conceptuales y operativos específicos, más allá de los cánones establecidos.

Después de cuarenta años, ya no hacen falta más planes y declaraciones. Se requieren acciones concretas.