Triste papel el que desempeña Rodríguez Zapatero, ex presidente del Gobierno Español, como mediador entre la dictadura mafiosa de Maduro y la oposición venezolana. Viaja permanentemente Madrid -Caracas – Madrid en busca de acuerdos entre las partes, olvidándose que con las dictaduras y las mafias es imposible. Y en el caso de Chávez-Maduro, Zapatero -que con su populismo económico profundizó la crisis española- debe tener en cuenta que el verdadero poder y las astucias que sostienen a la dictadura de Caracas, están en La Habana, en donde la más brutal y longeva dictadura en América, cumplirá 60 años en enero de 2019.
Cuando la oposición logró democráticamente amplia mayoría en la Asamblea Legislativa, Maduro y sus patrones sacaron de la manga la convocatoria a una Asamblea Constituyente que sojuzgó a la legislativa, la sometió a su poder ilimitado y dio al traste con el triunfo de la oposición que, también creyendo en las posibilidades de desmontar a Maduro por la vía democrática, se dejó manipular por los Castro y compañía. La experiencia demuestra que no existen posibilidades de ganar una contienda electoral a los socialistas del siglo XXI. Una vez que llegan al poder engañando a los ciudadanos con los cantos de sirena, no lo sueltan. Ejemplos: el propio Chávez- Maduro- Cabello, que en su momento prometieron no eternizarse en el poder. Morales, que luego de perder un referendo para reelecciones indefinidas, logra que el dócil Tribunal Constitucional, alegando su derecho humano a la reelección, pueda optar por un cuarto mandato que lo tendría en la presidencia hasta 2025. Ortega, en Nicaragua, que proviene de la revolución Sandinista, pero que con las manos manchadas de sangre se propone perpetuarse en la presidencia a través de su poderosa mujer Rosario Murillo. Lula, en Brasil, que de no haber sido por groseros casos de corrupción y un poder judicial no dispuesto a agacharse ante los poderosos, habría sucedido a su comodín la señora Dilma Rousseff para no soltar el poder. Y para no ir más lejos, Correa, en Ecuador, que creyó tener en Moreno un fiel servidor que le guarde las espaldas por 4 años, para luego retornar y seguir con su infame manejo populista de la economía, plagado de la corrupción más brutal de la historia.
Con el cinismo propio de sus jefes, Maduro sostiene que no hay crisis, que nunca ha estado tan bien el pueblo venezolano, que las dificultades económicas son consecuencia de la guerra del imperio y que los millones de emigrantes del otrora país más rico de América del Sur, es una campaña mal intencionada de la prensa libre. Ya es hora de que la mayoritaria oposición venezolana se convenza que pierde el tiempo si cree en negociaciones con el clan Maduro-Castro y que tendrá que copar calles y plazas para terminar con el gobierno más incapaz y corrupto de su historia.
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