El próximo año y medio se perfila como de muy malas perspectivas, de confrontación permanente entre el Gobierno -que persiste en avanzar a un tipo de sociedad donde no haya acumulación privada de capital ni empresas familiares- y esa gran masa de la población que aspira a alcanzar un mejor nivel de vida y asegurar el futuro de sus hijos.
Marchas y plantones diarios en Quito, Guayaquil y en todo el país. La Plaza Grande rellena de seguidores y cerrada con un cordón policial, el Gobierno en medio, atrincherado en Carondelet, burlándose de los manifestantes, toreándolos con propaganda asfixiante, dictando normas que los afectan. Hoy les tocó a los médicos: topes a sus honorarios.Esta situación amenaza mantenerse hasta el pronunciamiento del electorado a inicios del 2017. Mientras tanto, el país se desangra, la economía se deteriora, sufre la calidad de vida de todos.
El Gobierno no debe pretender imponer un modelo de sociedad por el que no votaron sus electores. No votaron por la pérdida de sus derechos a la libertad de información y a gozar de los frutos de su trabajo. Votaron por una propuesta de modernización, por mayor gasto social y protección de los más necesitados,
por la recuperación de capacidad de gestión de un Gobierno central disminuido tras una década de inestabilidad.
El Gobierno debe reconocer dicha realidad. Proponer su nueva agenda para el período que se iniciará en 2017, y que el electorado decida. Mientras tanto, debe circunscribirse a su mandato. Para que el país recobre tranquilidad es necesario trabajar en varios frentes:
– Este gobierno es una democracia plebiscitaria. La reelección indefinida no puede pasar por la aprobación de una legislatura sumisa, esquivando la voluntad popular. Consulta sobre la reelección.
– Las denuncias de golpe de Estado no son creíbles. No repetirlas ni tampoco provocar la reacción popular con tan ubicua y estridente propaganda oficial. Bajar el tono.
– Los dos proyectos de ley confiscatorios tienen un rechazo del 70% de la población. Posponerlos y que sean ofrecimiento de campaña para el nuevo período presidencial.
-Tanta proactividad en normas que alteran las actividades económicas han causado zozobra. La población prefiere mantener buena parte de su dinero en efectivo, caen los depósitos la vista de los bancos, ocasionando la restricción del crédito. Es necesario un “estate quieto” normativo.
En particular, las autoridades deben abandonar su intención de obligar a las instituciones financieras a aceptar dinero electrónico. Dejar claro que el mecanismo es voluntario, que la conversión de moneda electrónica a dólares será automática cuando se la solicite, y que solo se busca captar depósitos por montos modestos de quienes no tienen acceso a la banca tradicional.
Gobernar es rectificar.