Cuando las organizaciones sociales se aprestan a tomar posiciones sobre el cumplimiento de los acuerdos con el gobierno, han surgido varios hechos que reflejan la existencia de fisuras entre ellas y una tendencia al hegemonismo y la intervención en otras organizaciones por parte del presidente de la CONAIE.
La actitud de dirigentes indígenas que pretenden constituirse en conductores únicos y absolutos del movimiento social y la protesta no es nueva. Hay una tendencia hegemonista y etnocentrista que se ha manifestado en varias ocasiones y que ha logrado copar puestos de dirección en el pasado con resultados negativos, no solo porque esas actitudes son profundamente antidemocráticas, sino porque hacen perder fuerza a la movilización social.
La dirigencia del Ecuarunari, una de las organizaciones más respetadas del país, han cuestionado fuertemente a Leonidas Iza. Lo mismo han hecho los directivos de la FEINE, que demandan una apertura al diálogo en vez de confrontaciones que se orientan a poner a las protestas sociales al servicio de anticipados intereses electorales.
Por su parte, el presidente de la FENOCIN, Gary Espinosa, ha denunciado que Leonidas Iza y el grupo político que lo respalda intentan intervenir en su organización pretendiendo, con una rueda de prensa en la Casa de la Cultura, imponer a una persona que había sido expulsada como presidente de la FENOCIN. Además de condenar este acto de manipulación, Espinosa ha observado que, en actitud racista, Iza trata de impedir que él, un campesino afro, dirija una organización de vocación plural e intercultural.
El virus del hegemonismo es dañino, peor aún si se han contagiado importantes dirigentes. Hay que recordar que ha habido en el país grandes figuras indígenas, como por ejemplo Jorge Herrera, que al frente de la CONAIE mantuvieron una línea combativa pero respetuosa de otras organizaciones y lograron la unidad del movimiento social. Quienes tienen actitudes divisionistas y hacen movidas electorales deben aprender de ese ejemplo.